Por: Antonio Huerta Gutiérrez

Pese a ser el partido político más joven, con solo cinco años de existencia formal, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es hoy la principal fuerza política del país y del Estado de México. En el año 2017 ganó prácticamente todo, desde la Presidencia de la República hasta el control político en la Cámara de Diputados federal y el Senado de la República; aquí es mayoría clara en la Legislatura local y encabeza más de la mitad de las presidencias municipales. Su fortaleza es irrefutable, pero el gigantismo le ha causado problemas y hoy se encuentra ante la peor encrucijada de su novel historia: ¿votar o no votar? Ese es el dilema. Tal vez el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tenga razón y a Morena no le convenga el juego democrático que podría dejar heridas difíciles de cicatrizar e incluso ser motivo de resquebrajamiento; sin embargo, no hacer uso del sufragio para dirimir quién lo presidirá en lo nacional y estatal sería prácticamente renunciar a los principios que le dieron vida. ¿Qué hacer? El futuro está en juego.