Por: Antonio Huerta Gutiérrez

Con eficacia y oportunidad intervino el rector Alfredo Barrera Baca en la situación radical que se registró entre algunas universitarias que se expresaron, tal vez un poco pasadas de tono, en contra de la violencia hacia las mujeres, tras el lamentable capítulo de la maestra de danza asesinada en las instalaciones del Teatro Los Jaguares, a manos de su esposo. Hizo bien Barrera Baca en sentarse, textualmente en el piso del patio de Rectoría, a dialogar libremente con las inconformes para llegar a acuerdos que permitan reducir el grado de riesgo para las alumnas y empleadas de la institución. El único negrito en el arroz fue la convocatoria a Norma Baca Tavira, investigadora del Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales de la UAEM, como parte de la comisión responsable de poner en práctica las medidas de contención a la violencia de género. Es como poner la iglesia en manos de Lutero, pues se trata de una mujer señalada por investigadoras, en octubre pasado, precisamente por violencia y misoginia, malos tratos, presión y acoso. Así no se puede.