Derecho Ciudadano

Por: Maria del Socorro Castañeda Díaz

¿Piropo o acoso?

Después de una pausa vacacional, me permito regresar a este espacio, agradeciendo como siempre a mis amigos, Antonio Huerta y José Contreras, que me permiten expresarme con toda libertad y me dan con ello la gran oportunidad de hacer lo que más me gusta.

Dicho esto, considero importante retomar un asunto que recientemente ha sido aprobado por el Cabildo de Toluca y que, desde mi punto de vista y desde luego sin restarle importancia, tiene sus asegunes.

Se trata de la modificación al Bando Municipal vigente en la capital mexiquense, para considerar que el acoso callejero sea sancionado con arresto inconmutable de 24 a 36 horas. Digamos que, como iniciativa suena bien, aunque en realidad no queda muy claro si con la ésta, el Ayuntamiento de Toluca está considerando como falta administrativa lo que el Código Penal vigente en la entidad, en su artículo 269 bis ya señala al especificar que “Comete el delito de acoso sexual, quien con fines de lujuria asedie reiteradamente a persona de cualquier sexo, aprovechándose de cualquier circunstancia que produzca desventaja, indefensión o riesgo inminente para la víctima”. De acuerdo con dicha disposición, el acoso sexual es un delito y tiene castigos que van de seis meses a dos años de prisión o de treinta a ciento veinte días multa.

Así, el Ayuntamiento estaría, con su disposición, considerando como falta administrativa lo que en realidad ya es más que eso. Eventualmente, hay instancias, como el Tribunal Superior de Justicia, que pueden determinar si la autoridad municipal de Toluca se está excediendo o no, como en su momento fue señalado por el diputado perredista Omar Ortega, quien declaró a un medio local que “las modificaciones al bando Municipal de Toluca son invasivas de la esfera penal, pues si ya existen como delitos, no se pueden duplicar las sanciones y podrían dar motivo a una controversia constitucional”.

¿Prevención o protagonismo?

Y aquí viene lo bueno, porque con todo respeto, me sigo preguntando qué necesidad tiene la señora regidora Paola Jiménez Hernández, autora de la iniciativa, de tratar de ser la protagonista en cada Cabildo y cuáles son los motivos que la inspiran a plantear propuestas como la mencionada, que, más allá de ser adecuada o no, podría causar más problemas que beneficios, si es que a alguien se le ocurre que puede llegar a ser incluso motivo de controversia constitucional.

Entendámonos bien: la señora regidora es feminista y está bien, nada en contra. El problema es cuando su feminismo se vuelve intolerancia y cuando pretende ser la lista de la clase que le da lecciones a todo el mundo, empezando por sus compañeros y compañeras de Cabildo. Ahí sí me parece que la mujer necesita urgentemente un baño de humildad que por supuesto, no quiere tomar. Y sobre todo, me parece que exagera en tres cosas: la primera, al decir que “una palabra puede terminar en una violación”; la segunda, al, literalmente, regañar y tratar de exhibir a una compañera que no está totalmente de acuerdo con ella, y la tercera, al querer imponer ni más ni menos que al mismísimo alcalde, Juan Rodolfo Sánchez Gómez, los tiempos y las formas en que debe actuar para que los elementos de la policía municipal, en lugar de cuidar la seguridad en Toluca, se ocupen de ver quién le chifló o piropeó a una dama para llevárselo derechito a los separos.  

Debo decirle a la regidora, que difícilmente una palabra como “guapa” o “linda” terminan en una violación. En general, quienes la dicen son hombres que, porque pueden, eso sí, porque desgraciadamente el sistema patriarcal se los permite, expresan lo que tal vez deberían callarse. Pero de ahí no pasan en la inmensa mayoría de los casos. Y sí, como le dijeron en la sesión de Cabildo: hay mujeres a quienes les agrada recibir un piropo. Es una cuestión muy personal. No me parece que, porque una mujer lo diga y lo reconozca, la señora Paola tenga necesidad de reprochar airadamente que: “el acoso sexual sigue siendo tolerado y normalizado por comentarios como el de usted”.

Le recomiendo con todo respeto, moderarse no solamente al dirigirse a sus compañeras del Cabildo que también tienen derecho a expresarse, sino a dejar ese tono melodrámático que en nada contribuye a la mejor convivencia en la ciudad. Porque le aseguro que son otras las razones de los feminicidios, y que, por mucho que lo diga su fuente favorita, ONU Mujeres, de la palabra difícilmente se pasa a los tocamientos y de ellos a la violación.

Ya le explicaron a la regidora que es una cuestión de tiempo, que los piropos (o si le parece mejor llamarlos acoso callejero) están culturalmente muy arraigados, y que estamos al inicio de un camino muy largo, aunque ella, en su increíble soberbia piensa que sólo con su iniciativa las cosas van a cambiar de la noche a la mañana. Pero, sobre todo, ojalá la señora y quienes con ella simpatizan, entiendan que hay una seria posibilidad de que se considere acoso lo que tal vez podría ser solamente un cumplido.

Me viene a la mente el caso de Tamara De Anda, conocida en Twitter como @Plaqueta, quien, en marzo de 2017, denunció a un taxista en la Ciudad de México, porque le gritó “¡guapa!” en la calle. El taxista entonces se justificó y explicó: “Sólo fue un piropo. ¡Pero luego la señorita se regresó a insultarme! ¡Me llamó ‘Maldito acosador’!

Lo curioso de la señorita De Anda es que, en una ocasión anterior, un hombre bastante agraciado físicamente la llamó “guapa” y ella hasta lo agradeció. Además, en su momento, la mujer se sintió en plena libertad para llamar “guapo” al futbolista Miguel Layún. Doble moral, sin duda. “Creen que quienes exigimos los derechos no podemos apreciar la guapura de otras personas”, dijo entonces. Lo que estoy tratando de decir es que muy probablemente, la situación de la denuncia del acoso callejero podría prestarse a muy malas interpretaciones, y que tal vez en muchos casos, las acusaciones tengan más que ver con una percepción personal que con hechos objetivos.  Eso, sin contar con que nadie ha considerado la posibilidad de que el acoso se dé también de parte de una mujer hacia un hombre, caso que, aunque parezca lejano, es también factible y no sé si los elementos de la policía municipal estarían listos para atender la denuncia y detener a la eventual acosadora.

Pero, además, queda la duda acerca de si, por instrucciones y exigencias de Paola Jiménez, los elementos policiacos de Toluca se van a dedicar desde ahora mismo a escuchar a las mujeres que se sientan agraviadas en lugar de preocuparse por la situación de inseguridad cada vez más apremiante en todo el municipio. Para el acoso, el verdadero, ese que se da constantemente y que en efecto puede terminar en un feminicidio, hay otras instancias de denuncia, porque es un delito tipificado. En realidad, si lo que los integrantes del Cabildo desean es un cambio verdadero, deben iniciar una campaña seria y efectiva que permita fomentar una cultura de respeto y de convivencia sana entre hombres y mujeres de todas las edades.

La edil en cuestión se está extralimitando. Nadie le dijo estar en contra de su iniciativa, aun corriendo el riesgo de que por aprobarla a la carrera se esté incurriendo en un error jurídico. Lo que le pidieron es que deje de creer que ella manda en el municipio, que entienda que se trata de un cambio cultural que lleva su tiempo, y comprenda que los piropos no son el inicio de la violencia, pero, sobre todo, lo que le trataron de hacer entender es que para que la situación se sancione, la parte ofendida debe sentirse agredida y hacer una acusación directa.

Posiblemente a la regidora, a pesar de su infinita sapiencia, le cuesta trabajo asimilar las situaciones reales de la vida cotidiana, pero esta vez, me temo que tendrá que hacerlo y dejar de llamar “irresponsables” a quienes sencillamente no comparten su opinión.

Un comentario a "Derecho Ciudadano"

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