Derecho Ciudadano

Por: María del Socorro Castañeda Díaz

¿Y a qué hora trabaja?

 

Mientras escribo estas líneas, en varios puntos del centro del país, incluyendo la ciudad de Toluca, se desarrolla una manifestación de taxistas que protestan por la presencia de los servicios de transporte de personas a través de plataformas digitales, como UbeR, Didi y Cabify. Los trabajadores del volante se ponen ahora sí muy quisquillosos por lo que consideran una competencia desleal, en la que creen tener todas las de perder frente a quienes, sin cubrir los mismos requisitos con los aparentemente cumplen ellos, tienen en la práctica las mismas funciones y en apariencia les “roban” una importante cantidad de usuarios.

Creo que “¿es en serio?” se ha vuelto últimamente mi pregunta favorita ante los acontecimientos que se hacen cada vez más públicos, sobre todo gracias al uso de las redes sociales. Lo que ocurre es que, con todo respeto, cada vez me parece que quienes toman determinadas posturas están bromeando o por lo menos, intentan jugar con el criterio, la paciencia y la inteligencia de las personas.

Los taxistas hacen lo que quieren ante la falta de autoridad en materia de Movilidad.

En el caso de los taxistas, creo que está hasta demás decir que su protesta es una de las más inútiles y cínicas de los últimos tiempos. No es en vano que ahora mismo esté circulando un meme que simplemente muestra lo que muchas personas pensamos y que refleja todo nuestro malestar, además del motivo por el cual las plataformas digitales han tenido tanto éxito. La publicación, dirigida a los taxistas, les recomienda que, para que no se sientan afectados por la presencia de Uber, (en este caso) limpien su unidad, procuren presentarse al trabajo aseados y vestidos decorosamente, no pongan música a su gusto, moderen sus tarifas, eviten fumar, tengan una identificación a la vista y sean amables.

En verdad lo que no se puede comprender es cómo situaciones tan obvias, que deberían estar implícitas en el servicio que los taxistas ofrecen, tienen que ser recalcadas así, como para evidenciar que si la gente prefiere las plataformas digitales, es por las muchas obligaciones que quienes poseen una licencia para operar un taxi han decidido ignorar.

Claro que tampoco Uber y compañía son servicios perfectos. Es más, en los últimos tiempos también han degenerado y están cayendo en los mismos vicios de sus casi colegas que operan taxis. Quizá el defecto más terrible de muchos conductores de Uber es que casi  invariablemente ignoran el camino para llegar al destino que el usuario quiere alcanzar. “Es que no soy de aquí”, “es que hoy es mi primer día”, “¿sigo el GPS?”. Me parece que buscan una justificación para una deficiencia en su servicio que es más que evidente. El tema es que, en realidad, quienes participan en estas plataformas no son taxistas, en sentido estricto, y es más: transportar a las personas en un vehículo particular no tendría necesariamente que ser su actividad principal, sino algo que hacen para completar otro salario.

Debo decir que en otros países obtener una licencia para conducir un taxi representa no solamente una inversión importante, sino un esfuerzo personal que se refleja en presentar un examen que incluye, por ejemplo, aprender de memoria la ubicación de la mayor cantidad de vías posibles, incluyendo el sentido en que van. De esta forma, además de las clásicas preguntas sobre preferencias y demás reglas de tránsito, las personas que conducen un taxi deben saber cómo llegar a su destino en el modo más práctico y veloz. Y no, no es ciencia ficción, lo que parece inventado es que haya quienes se alquilan para llevar a alguien a un lugar y no sepan ni por dónde ir para hacerlo.

En realidad, en materia de transporte público estamos por los suelos, y no sé si en todo el país, pero por lo menos en la entidad mexiquense cada vez vamos peor. Así, el gobernador Alfredo del Mazo Maza anda siempre en otra cosa y deja que, por ejemplo, el gremio de taxistas continúe manifestándose desde el año pasado contra la Gaceta del 20 marzo de 2018 y no cumpla con lo que ésta dice. ¿Pero qué dice la famosa Gaceta que tanta incomodidad les provoca? Pues simplemente que será obligatoria la instalación de cámaras de video vigilancia, unidades de GPS y botones de pánico en las unidades de transporte.

Y si es tan bueno ¿por qué no hace nada?

Claro que eso a los taxistas no les gusta, no les conviene y no les parece justo, aunque ellos mismos sean víctimas de la delincuencia y a muchos les roben sus unidades para luego cometer robos, asaltos y violaciones en ellas. Son capaces de seguir protestando con tal de no atender las indicaciones para mejorar el servicio, pero claro que en esto tiene también mucho que ver la tibieza del responsable directo del tema en la entidad, Raymundo Martínez Carbajal. Seamos honestos: al funcionario, un todólogo de esos que abundan en las administraciones de todos los niveles, le falta experiencia y conocimiento para estar a cargo de un tema tan delicado como la movilidad.

Con los antecedentes que tiene, no es para extrañarse. Claro que tenemos memoria corta y la verdad es que dejamos pasar detalles que sin embargo, hacen la diferencia. El señor Martínez ya había sido secretario en el gobierno de Eruviel Ávila, y estuvo a cargo de la educación en la entidad. En 2013 tuvo la genial ocurrencia de, para agradar al entonces gobernador, a quien en apariencia le interesaba el tema, desembolsar 11 millones 759 mil pesos para adquirir 48 mil tapetes de yoga, gasto tan inútil como lo era su presencia entonces y también ahora, porque resulta evidente que el hombre no puede, no sabe y no quiere controlar la situación del transporte público, como es su obligación hacerlo porque para eso le pagan.

El señor secretario mejor debería seguir con su trayectoria académica y dedicarse por completo a terminar los dos doctorados que está cursando, según informa la página web de la secretaría a su cargo: el Doctorado en Derecho Parlamentario por la Universidad Autónoma del Estado de México y el Doctorado en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad de Murcia, España. En ambos casos se trata de posgrados no presenciales, así que a distancia podrá cubrirse de gloria, aunque francamente resultaría interesante saber cuánto del tiempo como funcionario debe tomar para ser estudiante, o cuánto tiempo de estudiante usa para ser funcionario, porque aunque no estudie en un sistema escolarizado, debe dedicar un mínimo de horas para atender no uno, sino dos programas. Creo que es el típico caso de que “el que a dos amos sirve, con uno queda mal”.

Como por lo visto el secretario no tiene tiempo para atenderlos, muchos de los graves problemas del transporte público estatal son culpa del señor Martínez, que debería mejor dedicarse a continuar su preparación que, por lo que se ve en los temas de sus doctorados, tiene que más que ver con sus aspiraciones políticas que con un interés por servir a la comunidad.

Total que, para volver al tema de los taxistas que ahora están tan ofendidos, habría que recordarles lo que el gobierno estatal tendría que repetirles constantemente: que su trabajo deja mucho que desear, que deben dar una atención por lo menos digna, y que si las personas que pueden hacerlo recurren a las plataformas digitales lo hacen, es porque en el servicio que a ellos tanto hace enojar hay más calidad, más seguridad y a veces hasta cuesta menos que subirse a sus horribles unidades.

Por mucho que se hagan los mártires, los usuarios ya no les compran la idea, y por supuesto, los taxistas deberían considerar que, en caso de que hubiera alguna medida contra Uber y compañía, muy probablemente las protestas vendrían de parte de quienes no podrían soportar tener, como antes, una sola terrible, deficiente y abusiva opción.

Raymundo Martínez Carbajal, ojalá sea mejor alumno que lo que es como titular de Movilidad.

Un comentario a "Derecho Ciudadano"

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