Derecho Ciudadano

Por: María del Socorro Castañeda Díaz

De faldas, equidad y educación…

 

En esta ocasión deseo hablar acerca de lo complicado que resulta comunicar, y sobre todo, del modo en que los medios, que deberían ser expertos en emitir mensajes en modo adecuado, se equivocan, tal vez intencionalmente, y dan mucho de qué hablar en una sociedad que demuestra que tiene un talón de Aquiles en los temas relacionados con ciertos usos y costumbres.

En realidad parecería que los responsables de difundir información a través de los medios electrónicos, digitales y escritos, los benditos periodistas, tenemos la manía de jugar al teléfono descompuesto. Con tal de “buscar la nota”, algunos colegas son capaces de tergiversar cualquier tema, causar polémica, generar un escándalo, y luego, con la mano en la cintura, buscar las “reacciones”.

Hace algunos días, el tema de interés fue, literalmente, “un asunto de faldas”. En la ciudad de México, la jefa de Gobierno, Claudia Sheibaum, desató la ira de las buenas conciencias, a partir de un Tweet y un anuncio: “Una ciudad de derechos lleva la igualdad a todas las esferas. Con el secretario de la @SEP_mx @emoctezumab anunciamos el uniforme escolar neutro en la Cd. La falda no será exclusiva para las niñas y el pantalón para los niños. Acciones sencillas para promover igualdad de derechos”.

Escándalo tremendo, todos a rasgarse las vestiduras. En el sitio web citizengo.org, se puede incluso encontrar una petición, firmada hasta el 11 de junio por 53 mil 734 personas que solicitan a la Secretaría de Educación del Gobierno Federal, “No al uso del uniforme escolar neutro en escuelas de educación básica”, petición que, por cierto, está junto con otra que exige “No a la ideología de género”.

Posiblemente el modo en que está redactado el mensaje de Sheinbaum fue lo que dio pie a toda una controversia, porque claro está, si en principio menciona que la falda no será exclusiva para las niñas, abre la posibilidad de que los niños también puedan usarla. Sólo que la esencia del asunto no era esa, y sin embargo, algunos periodistas, esos profesionales de la información y la comunicación que están ni más ni menos que para servir a la comunidad, tuvieron a bien dar a conocer el asunto a la opinión pública con cabezas tan controversiales y equivocadas como “Niños podrán ir con falda a la escuela gracias al nuevo uniforme neutro en CDMX“.

Entendámonos bien: el asunto, en realidad, nada tiene que ver con que los niños ahora puedan usar falda. Me parece que nadie comprendió que la apertura hacia esa posibilidad hacia los niños no era el tema esencial de la medida tomada por la SEP. Y si alguien entendió bien, se hizo de la vista gorda, porque era más conveniente generar una polémica inútil alrededor de un asunto que más bien buscaba el beneficio de las niñas.

Es muy probable que las mujeres que tienen a bien leer estas líneas comprendan mejor, porque seguramente se han visto afectadas en algún momento por alguna situación incómoda en que usar falda les hizo pasar momentos vergonzosos. Exhibir la ropa interior es culturalmente inaceptable, por diversos motivos, particularmente religiosos. No es este el espacio adecuado para discutir la conveniencia o no de tal regla, simplemente es como es y ante esa imposición no hay mucho por hacer. Este no es un tema sobre el cual podamos en este momento discutir u opinar. El problema empieza cuando las mujeres, cumpliendo con la obligación de cubrirnos vemos cómo el uso de la falda nos impide libertad de movimiento, nos vuelve físicamente vulnerables, nos aleja de las actividades que probablemente usando una prenda más cómoda podríamos hacer. Las mujeres usando falda, nos volvemos incluso improductivas. No hay que olvidar que, por ejemplo, durante las dos guerras mundiales el pantalón comenzó a ser aceptado en las mujeres porque les permitía realizar el trabajo con mayor desenvoltura. Claro que hay lugares donde todavía, sorprendentemente, la falda para las mujeres es obligatoria, y uno de ellos es la escuela. Pero resulta que en la escuela, las niñas y adolescentes a veces tienen que enfrentarse a situaciones climáticas adversas, como el frío o el viento, y entonces no tienen más remedio que soportar y maldecir la regla absurda de tener que usar la falda del uniforme, aunque se levante con el aire o tengan las piernas casi congeladas. Esto, obviamente, lo puede comprender mejor una mujer, pero no estaría demás que también los hombres hicieran un esfuerzo por entender que lo que para ellos se ve bien, para nosotras puede llegar a ser una tortura.

Pero claro, decir que la posibilidad de usar pantalón es un gran beneficio para las niñas no es importante. La prensa tiene, entre otras cosas, que generar polémica y entonces sí, hay que subrayar que el uniforme neutro es una aberración porque los niños van a poder usar falda, y no, eso sí que no, estos tiempos pecaminosos cada vez hacen que las personas se confundan y por lo tanto, su identidad de género corra peligro.

Me temo que en términos reales, es complicado encontrar filas interminables de niños exigiendo ponerse una falda. Me temo, además, que aunque hubiera casos en los que ellos decidieran hacer uso del derecho de emplear el uniforme neutro, nada tendríamos por decir, porque es, en todo caso, ejercer su derecho a usar la prenda que los haga sentir más cómodos.

El problema comienza cuando, gracias a la mala información que proporcionan algunos brillantes reporteros, avalados por sus no menos inteligentes jefes, se cree a pie juntillas que la medida tiene más que ver con que los niños usen falda (que no tendría nada de malo, a decir verdad) que con la posibilidad de que las niñas se puedan poner un pantalón.

No parece muy sana esa actitud de los responsables de los medios de comunicación, sobre todo cuando algunas personas se rasgan las vestiduras y simplemente porque Dios les dio boca y un reportero acudió a pedirles su opinión, muestran su lado más prejuicioso, diciendo barbaridades como que “parte de la educación es precisamente el cómo se forma una cultura y ahí también se incluye la vestimenta, que va creando una identidad, los niños de escasos años todavía no tienen los criterios y pueden ser violentados en su identidad”.

Así fue como se expresó José Luis Romero Castañeda, presidente del Comité Regional de la Unión Nacional de Padres de Familia de Toluca, a quien habría que aclararle que, por ejemplo, muchas mujeres usamos pantalones desde que somos bebés y sin embargo, no hemos tenido problemas de identidad, si es que a estas alturas del siglo XXI todavía se puede hablar sobre la existencia de tales problemas. Y a decir verdad, lo mismo debería suceder en el caso inverso.

Lo más sensato sería que la información fuera tomada tal como es, sin buscar generar polémicas ni iniciar discusiones estériles. Pero a veces la prensa no se contiene, y eso es muy lamentable. En temas educativos, hay muchos otros asuntos que deberían tomarse más en cuenta, como la falta de infraestructura, mobiliario y recursos para las escuelas, por ejemplo. Si la prensa se ocupara con igual entusiasmo de denunciar esos problemas mostrando casos concretos, a lo mejor la SEP se ocuparía también de resolver esos temas, que sin duda son importantes y tendrían que ser atendidos en forma mucho más urgente que el asunto de la falda o el pantalón, que, además, tuvo que ser aclarado, a favor de las buenas conciencias, porque para que nadie se espante, el asunto del uniforme neutro fue modificado a modo que sólo las niñas puedan usar pantalones, mientras que las faldas para los niños no son una opción. Qué pena, en verdad, qué lástima, sobre todo considerando las multitudes de chicos que no pensaban en otra cosa que en poder usar esas prendas que tan cómodas y prácticas son.

Deja un comentario

Nombre y Correo obligatorios (Tu correo electrónico no será visible).