Derecho del ciudadano

Por: María del Socorro Castañeda Díaz

 

Ante todo, deseo agradecer profundamente a mis queridos amigos Toño Huerta y Pepe Contreras por darme la posibilidad de escribir en un espacio mexiquense. Debo decir que me entusiasma la idea de compartir mis reflexiones acerca de la realidad más cercana que, junto con otros conciudadanos, vivo y hasta padezco todos los días.

Y es que a lo mejor no soy la única y usted, que tiene la paciencia de leerme, coincide conmigo en el asunto que voy a tratar. Dicen que uno de los indicadores de la calidad de vida es el nivel que tiene el transporte público de una ciudad. Lamento decirlo y me duele el corazón al reconocerlo, pero entonces Toluca, la capital del estado más poblado del país, tiene un ínfimo nivel que solamente podría compararse con los lugares más dejados de la mano de Dios.

Y por favor, antes de refutar, antes de decir que no se puede hacer nada por mejorar la situación, hágame usted el favor de salir un poco de esta región del país y dígame si en otros lugares no existe un sistema de transporte público digno, eficiente y seguro.

El problema no es que no se pueda, el problema es que al parecer nadie lo quiere hacer. Y aquí hago un llamado, primero, al presidente municipal de Toluca, Juan Rodolfo Sánchez Gómez, quien sinceramente en sus primeros días de gestión no ha dado muchos motivos de queja, y muy al contrario, parece tener todas las buenas intenciones para mejorar lo que sus antecesores dejaron hecho un desastre.

Pero digamos que hay ciertas cosas que no cambian y parece que ni siquiera el alcalde tiene intenciones de que ciertas cosas puedan transformarse, como si así estuviéramos bien.

Se ve complicado, pero quiero que sepa, señor JuanRo, que en muchos lugares del planeta, las personas están acostumbradas a caminar hasta la parada del autobús. Sí, aunque usted no lo crea: los seres humanos entran en una especie de proceso de autodisciplina que les lleva hasta los lugares específicos donde pueden tomar un autobús que los lleve a su destino.

El transporte público en el Valle de Toluca, un verdadero desorden.

Es en serio. ¿Quién dice que cada persona de esta ciudad tiene derecho de hacer que su camión se detenga donde a ella se le pegue la gana y le permita subir o bajar sin el menor esfuerzo? Me parece que estamos exagerando y somos demasiado condescendientes.

Hace poco un amigo me comentaba lo que ve todos los días: una señora que mientras termina de dar el desayuno a su hijito sale a la calle, le indica al chofer del autobús que se pare y lo hace que espere hasta que su retoño termine de tomar su licuado. Esto, obviamente, provoca que el tránsito se detenga por un tiempo más o menos considerable y obviamente hace que el autobús se retrase, por lo que después se va a desquitar echando carreras con sus colegas, poniendo en riesgo la vida de los pasajeros. Total, este es solamente un ejemplo de una cadena de errores que provocan, entre otras cosas, el caos vial que vivimos diariamente. Si en lugar de esas aberraciones hubiera paradas bien definidas, entonces a lo mejor se podría incluso pensar en establecer horarios para los autobuses y en una de esas hasta se agilizaría el tránsito. Ya sé, parece un sueño guajiro, pero se vale, ¿no?

Y digo esto porque entiendo que, entre las atribuciones de la autoridad municipal en materia de tránsito y vialidad, está, según el Bando Municipal vigente desde hace poco más de un mes, “coadyuvar en la realización de estudios técnicos que se requieran para satisfacer las necesidades en materia de vialidad, transporte e infraestructura ciclista, así como los actos orientados al reordenamiento vial en el municipio”. Y la verdad es que no se necesita profundizar mucho para detectar el problema. Lo que se requiere es, sin duda, voluntad, poner manos a la obra y tener pulso firme para decidir que los policías municipales, en lugar de andar pidiendo mordidas en sus “operativos” (no estoy hablando sin conocimiento de causa) sean lo suficientemente estrictos como para definir dónde se pueden detener los autobuses, y no, señor alcalde, seguramente lo razonable no es que lo hagan en cada esquina y mucho menos a mitad de la calle. Porque eso también lo dice el Bando Municipal, que señala como motivo de infracción “circular los vehículos de transporte público de pasajeros fuera del carril destinado para ellos, o hacer ascenso y descenso en zonas no fijadas para el efecto”.

Y es que francamente ya quisiéramos ver al alcalde circular detrás de uno de los autobuses de los que hablo, en hora pico y en pleno centro. Definitivamente perdería la paciencia porque además, todo parece indicar que los señores que conducen autobuses y similares, (porque también lo hacen los taxistas, otro ejemplo vergonzoso de transporte público) son dueños de todos los carriles y por supuesto, pueden detenerse donde se les pegue la gana, así sea en medio de la vialidad.

Eso, por lo que toca a las atribuciones del municipio, pero también habría que solicitar al secretario de Movilidad en la entidad, Raymundo Martínez Carbajal, que revisara bien la misión, la visión y el objetivo de su encargo y que hiciera lo que está en sus manos para, como se informa en su sitio de Internet “fomentar mecanismos para garantizar el derecho humano a la movilidad, favoreciendo el mejor desplazamiento de personas y bienes y propiciar que las personas tengan derecho a disfrutar de una movilidad eficiente y segura”. Y el caso es que no es ni eficiente y mucho menos segura, y no necesito abundar en el asunto, porque es una situación que vivimos millones de personas, a quienes nos basta ver las carcachas conducidas por verdaderas bestias en las que transportan a las personas, que cada que suben deben encomendarse a todos los santos para no sufrir un asalto o un accidente. Cero botones de pánico, cero capacitación a los choferes. Una vergüenza tolerada por la propia autoridad.

Ya lo dijo en su tesis de licenciatura Salvador Flores Romero, un estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma del Estado de México, quien en 2014 planteaba el “Análisis y diagnóstico del transporte urbano en el municipio de Toluca”: “[…] el transporte público ha tenido un crecimiento desmedido e irregular como consecuencia de cumplimiento de compromisos políticos; adquiridos entre transportistas y gobierno, como parte de los procesos políticos y electorales[1]”. No es una novedad, obviamente, pero a lo mejor ahora los tiempos están cambiando y ya es hora de hacer que no solamente los transportistas, sino también los ciudadanos nos reeduquemos, pero sobre todo, que las autoridades corrijan el rumbo, pues, siempre citando la tesis de Flores Romero, “es claro que las empresas concesionarias que prestan el servicio, presentan deficiencias de carácter administrativo, originadas por su forma de integración y operación, ya que los propietarios se preocupan más por las relaciones con las autoridades para ampliar sus áreas de trabajo y sus beneficios, que de mejorar su servicio y la atención a los usuarios”.

Efectivamente, los transportistas mexiquenses hacen lo que se les da la gana, amparados por las autoridades que sencillamente siguen una lamentable tradición que trae consigo la falta de respeto al derecho fundamental de contar con un transporte público digno. Y en este sentido no se trata de pedir milagros, sino de exigir acciones concretas para mejorar nuestra precaria situación. A ver a qué hora nos hacen caso, porque a fin de cuentas, parece que los ciudadanos somos los últimos de la fila.

[1] Disponible en http://ri.uaemex.mx/bitstream/handle/20.500.11799/40440/AN%C3%81LISIS%20Y%20DUAGN%C3%93STICO%20DEL%20TRANSPORTE%20URBANO%20DEL%20MUNICIPIO%20DE%20TOLUCA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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