EL PAÍS HOY

Ernesto Soto

Vivir en la Gustavo Madero, un reto

Todo un reto resulta vivir en la Delegación Gustavo A. Madero, pues la delincuencia se ha apoderado del área. Un recuento sobre el particular resulta negativo: las narco tienditas se han multiplicado; los asaltos se dan a cualquier hora del día, y los hechos violentos ya no sorprenden, más bien tienen atemorizados a los habitantes de este punto de la ciudad.

Sin embargo, la GAM no va sola en estos rubros, también están la Delegación Venustiano Carranza, la Miguel Hidalgo y la Cuauhtémoc, corazón de la Ciudad de México, aunque sus delegados las presuman como las más selectas y exclusivas.

Por ejemplo, ¿qué puede argumentar Monreal de su perímetro, o Lobo en el suyo, si ambos le tiran a la jefatura de gobierno? Nada, aunque ambos piensen que hay campañas en su contra, los índices delictivos son muy altos.

En la GAM, los asaltantes han encontrado un gran campo de trabajo sin trabas algunas, porque simplemente no hay vigilancia policial; incluso no faltan los colonos que señalen al Sector Quiroga en contubernio con los malos.

“Varias veces me han asaltados, aquí, en la misma parada de la Gabriel Hernández, hemos activado la alarma y después de un rato, llega una patrulla. Le damos la queja, nos dicen que van sobre ellos, se arrancan y no pasa nada”, dice Juan G. evidentemente molesto.

También los asaltos en el autotransporte son el pan de cada día. En este espacio ya se ha comentado el modus operandi de los dulceros, quienes se suben a los microbuses en las mismas estaciones. Una de estas es la que se encuentra en el Metro 18 de Marzo. Ahí simplemente asciendes, reparten sus productos entre el pasaje, quiera o no, y haciendo la voz gruesa y con un tono amenazador de reclusorio, exigen el dinero, no sus dulces.

Muchos simplemente se suben exigiendo “la monedota” que el pasaje lleva en los bolsillos y advirtiendo que son de determinado barrio bajo de la demarcación, o que acaban de salir de un reclusorio y requieren de algún dinero del pasaje, pero amenazadoramente. Por supuesto que los usuarios guardan un silencio temeroso y para no sufrir violencia dan algunos pesos, silenciosamente.

Pero, ¿por qué los choferes no hacen nada por impedir que suban a su unidad los dulceros?, porque están amenazados y en algunos puntos solitarios u obscuros de la delegación, los asaltan y golpean. Uno de estos conductores dice a este medio que cuando alguno de ellos protestan, los dulceros, “nos la cobran gacho y a veces hasta con sangre… no nos la acabamos”.

Hay una ruta crítica entre las avenidas San Juan de Aragón y Avenida Ingeniero Eduardo Molina, que es el paraíso de los malhechores. Las avenidas van hasta el estado de México, una a los lindes de Ecatepec y la otra a Ciudad Neza, a lo largo de las cuales hay asaltos con violencia y se han dado los casos en que las patrullas se pasan de largo, mientras se comete el delito, y de esto debe haber constancia en las videocámaras.

La Colonia Gabriel Hernández es otro sitio de riesgo en la GAM, mucha gente expresa que “es un sitio muy peligroso a toda hora, allí hay mucho miedo”. Las escuelas de la colonia, en todos sus niveles educativos, siempre lucen

atiborradas porque los paterfamilias van a recibir a sus hijos a la saluda. Los microbuseros no en cualquier parada bajan pasaje y cuando lo hacen, urgen a los usuarios para que bajen rápido.

En fin, mientras hay un imperio de inseguridad en la GAM, su delegado hace planes alegres para postularse como jefe de gobierno y que se caiga la demarcación, que la población se rasque con sus propias uña.

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