LA MENTIRA

EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT

 Los gobernantes de siempre han tenido la errónea y sumamente criticada conducta de mentirle a su pueblo. Se ha dado el caso que algunos lo hacen abiertamente, hoy en día se habla de la posverdad, como una época en la cual es necesario y oportuno mentir, o presentar verdades a medias, para evitar que se exasperen los nervios y que la población reaccione violentamente. Esto es lo que bien  puede considerarse como “mentiras piadosas”, las cuales en resumen tratan de crear un ambiente de confusión, en el cual la población recibe información manipulada.

Por ejemplo,  en un problema grave, una contingencia terrible en el renglón del medio ambiente, los gobernantes prefieren ser cautos y no decir con toda claridad los riesgos para la salud que representan los incrementos de gases y su acumulación debido a las condiciones climatológicas de la ciudad.

Otro tipo de mentira bastante frecuente consiste en tergiversar los hechos en beneficio del grupo en el poder. Estas mentiras son verdaderamente perversas y totalmente inaceptables. Lo más grave es que los gobernantes crean precedentes, de modo que la mentira se vuelve un hábito, que se transmite al pueblo y en ese sentido, nos convertimos en una sociedad donde la verdad es un valor permanentemente pisoteado. Decir la verdad se vuelve algo excepcional, o peor aun, se convierte en algo que resulta hasta perjudicial. Esto es dañino a grado extremo, porque se atenta  contra los principios elementales de moralidad y respeto dentro de una sociedad.

Cuando la mentira se torna obligatoria como en nuestro país, la situación se vislumbra dramática y al final de cuentas, las facilidades de cambio y mejoría son lejanas. En ese sentido solo queda una alternativa viable: la educación.

Cómo es evidente, una comunidad que ha hecho de la falsedad una forma de vida, no va cambiar de la noche a la mañana. Tendrán que pasar muchos años para que se dé una evolución favorable, auténticamente se requiere un cambio generacional. Solo podrá lograrse cuando los niños de 5 a 10 años se vuelvan  adultos. Así, de manera dramática,  antes de una década no se augura la posibilidad de que la población mexicana cambie.

Insistimos, para lograrlo la base de sustentación es la pedagogía. Es en el ámbito escolar  y en general en todo los rincones sociales  donde la educación debe estar presente con un solo objetivo: crear conciencia por la verdad, ya que a partir de ella se darán otros valores como lo son la solidaridad, el respeto, la honradez, el trabajo y en general todo  aquello que  va implicar un mejor ambiente de progreso y bienestar.

En las escuelas, los niños deberán tener como base de sus trabajos escolares y planes de estudios, el principio de la veracidad. Eso y el claro precepto de acabar con las mentiras aunque estas sean denominadas piadosas o emotivas. México  reclama nuevas y mejores perspectivas, esta opción de ninguna manera la podemos considerar lejana, lo que si se reclama es que en materia educativa, se coloquen a las personas indicadas y preparadas, basta de improvisaciones o de cualquierismos. Quien dirige la Educación Nacional debe tener una capacidad evidente, gran experiencia cierta, y sobre todo respetabilidad. En tanto quienes gobiernan no designen a un gran maestro al frente de la Secretaria de la Educación Pública, poco o nada se puede esperar.

Los grandes maestros no se improvisan  ni se crean de la noche a la mañana; es indispensable darles valor a quienes han dedicado su vida al trabajo escolar. Si en todas las áreas el amiguismo es pernicioso, en el renglón educativo es simplemente desastroso. Solo a partir de un buen Secretario de la Educación Pública, las perspectivas para un mejor  país son totalmente factibles. Esto es en ese sentido, quienes nos gobiernan tiene la palabra y la posibilidad de cambiar, para evitar lo que hoy parece  un negro futuro.

 

elb@unam.mx

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