Las Chivas del mediodía

GOURMET VINTAGE

Victor Vish Fernández

Quizá sea la edad por lo que la nostalgia me arropa, pero ojalá que todos tengamos ese tiempo para dedicar un día al menos a la semana a la familia, donde se forman los valores.

Cuando era niño los domingos eran los días más esperados por mí; nos levantamos temprano, hacer el aseo de nuestro hogar, desayunamos en familia para luego partir al Estadio Jalisco a ver el equipo de los amores de mi padre, las Chivas. Al filo del mediodía con temperaturas altas, no he encontrado mejores aguas de horchata que esas cuando tenía cinco años y paseaba en explanada de la mano de mi padre. No importaba cuál haya sido el marcador final, al término del encuentro futbolístico nos pasábamos enfrente, a la Plaza de Toros El Nuevo Progreso, donde nos esperaba una olorosa y rica birria de chivo. Una vieja camioneta acondicionada para ser un restaurante completo, hoy conocidos como «food truck», ya nos conocía el dueño, a nuestro arribo nos daba un plato con machito como botana en lo que nos llegaba nuestra orden. Ahí pasaban una o dos horas hasta que abrían las puertas e ingresabamos a ver la corrida de toros. Me tocó ver a grandes como Pedro Gutiérrez Moya, “El Niño de la Capea”, Fermín Espinosa “Armillita”, Manuel Capetillo, Rodolfo Rodríguez “El Pana”… Entre coros de ¡Olé! o ¡Torero, torero! No entendía la magnitud de estas voces, pero la magia era estar en familia.

El día aún no terminaba ahí, al salir de los toros nos iríamos a la cenar al restaurante Pipiolo, otro lugar donde éramos conocidos. El mesero al vernos llegar en minutos llegaba con una cerveza oscura para mi padre y una jarra de agua arroz, para posterior tomarnos la orden.

Los domingos que no jugaba las Chivas era llegar a la vieja central camionera, cuando era nueva, llegar a una taquilla preguntar a qué hora sale el próximo camión, y así «rancheabamos» conociendo los pueblos de nuestro estado, comer en los mercados, ir a misa, y deleitarnos con la vendimia de la plaza, algodón de azúcar en colores, manzanas de caramelo, elotes cocidos, papas doradas… Los juegos de feria, carrusel, sillitas voladoras, reventar globos con un dardo, en fin son momentos que nunca se olvidan.

Terminamos en la tarde noche llegando a casa, todos cansados, mi madre preparando una botana de frutas, pico de gallo. Mi hermana quitándose los zapatos para usar sus tenis, mi padre en su sillón favorito y yo a su lado para ver «Siempre en Domingo», ver los artistas y estrellas del momento en nuestro país.

corrosivo7711@gmail.com

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