Reflexión Puntual

Por: Norberto Hernández Bautista

La consulta. Inicio de la cuarta transformación de México.

 

Los mexicas, en su largo peregrinar, tuvieron permiso de asentarse en el lugar más inhóspito; un lugar cubierto de agua y sin más aliados que la naturaleza y su talento para construir la Gran Tenochtitlán, recinto del imperio azteca. A su triunfo de la guerra de conquista, Hernán Cortés decidió levantar en el mismo lugar el centro del poder de la época colonial, lo que ahora es el zócalo de la Ciudad de México. Seguramente, hubo opositores a las decisiones asumidas para desarrollar las dos grandes ciudades de nuestra historia, pero se sostuvieron y, gracias a eso, compartimos uno de los centros urbanos más desarrollados y complejos del mundo.

Objetivamente, no existen obras de gran calado sin efectos colaterales; no hay proyectos con visión de Estado que no enfrenten problemas derivados de la realidad que se pretende cambiar. En las entidades del país sobran ejemplos: la macroplaza de Monterrey, el metro de la ciudad de México, los ejes viales, los puertos, las autopistas, los centros industriales, el centro turístico de Acapulco y muchos otros lugares que disfrutan el turismo nacional y extranjero.

La construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) es uno de ellos. Técnicamente, existen alternativas diseñadas para mitigar los efectos negativos o mejorar las condiciones imperantes. Lo importante es saber comunicarlo. Sin información las cosas pueden tomar caminos de confrontación que condicionen el desarrollo de este tipo de proyectos o, de plano, anticipen su fracaso.

El NAICM es una obra inevitablemente ligada al desarrollo del país, de su economía, difusión cultural, turística, empresarial y, en general, es parte fundamental de la globalización de México. No es una obra que atienda posiciones ideológicas ni formas de gobernar; es prioritaria para todos, incluso para quienes no lo usan o lo utilizan esporádicamente. Consultar si la obra es la correcta o la más conveniente, si el lugar es el apropiado o no, si los empresarios que están al frente son los más capaces y solventes tampoco es el fondo del problema.

Nuestro problema es que tenemos una clase política temerosa de tomar decisiones; con profunda aversión al conflicto de gobernar. Ese es el verdadero reto por superar. Ese es el yugo que nos ata al subdesarrollo. Tenemos un nivel de crecimiento económico al tamaño de nuestros miedos, de nuestras frustraciones y de esa absurda tendencia de dejar todo para después.

El presidente electo tomó la decisión de hacer una consulta. Podemos estar de acuerdo o no, pero ya está decidida. Lo conveniente es tomarle la palabra y entrar al debate. Está demás insistir en que es una decisión de técnicos o expertos. Lo importante es fijar una posición, la propia decisión de no votar o decir que es una consulta absurda es fijar una posición que merece respeto.

Nuestros diputados y gobernantes deberían salir públicamente a fijar la suya, a expresar con claridad por qué es rentable o no la construcción del NAICM. Más los legisladores federales y locales del estado de México. En Particular, los presidentes municipales en funciones de la zona oriente de la entidad. Es una obra única en la historia de la región y del país con las dimensiones para transformar las condiciones de marginación y miseria de la zona. Los únicos que han externado una posición es el senador Higinio Martínez y el diputado federal Mario Delgado; ¿Y los otros?

Las dirigencias de los partidos también están obligadas a manifestar una definición. Criticar al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, es una decisión mediocre, sin fondo ni forma. Ese estilo de hacer política será enterrado. La consulta no es una acción aislada, es el inicio de lo que se ha llamado la cuarta transformación de México. Equivocada, o no, está en marcha y ha movilizado a todos los medios de comunicación que han asumido la función que debería encabezar la clase política. Lo que sabemos del NAICM es por los medios, no por los políticos.

La consulta misma está marcando un nuevo estilo personal de gobernar. Individualmente, creo que ganará la opción de Texcoco, pero también pienso que las dudas, temores y/o afectaciones a la población, la ecología y al entorno urbano merecen respuestas. Es bueno saber que el NAICM es una obra de amplios beneficios, pero también es urgente que la sociedad mexicana conozca las alternativas para mitigar los impactos que generan este tipo de obras de gran visión.

No se trata de hablar solo del proyecto hacia dentro; es obligatorio conocer los problemas y las variantes de solución de la barda perimetral hacia fuera. Precisamente, esa es la obligación de la clase política y gobernante: informar a la población. Es grave que su silencio sea por miedo o costumbre a la línea, pero es más grave que sea por ignorancia.

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