RIP al cácaro y al acomodador

GOURMET VINTAGE

Victor Vish Fernández

A finales de la década de los ochenta existía en los cines «permanencia voluntaria», consistía que con tu boleto o ticket de entrada podrías quedarte las funciones que quisieras o aguantaras.

Algunos cines repetían una y otra vez la película, otros ofrecían una o dos películas de menor calidad, con esto me refiero a filmes con uno o dos años de haberse estrenado.

El acomodador con lámpara y el chocolate suizo eran costumbre en los legendarios cines tapatíos

Si a la hora señalada no comenzaba la función la gente asistente comenzaba a silbar y gritar: ¡ya cácaro!; esto con el fin de presionar a la persona encargada de poner los rollos de cinta. Este grito fue de lo más común y popular.

En ocasiones se trasladó a otros eventos como el fútbol; cuando la afición del equipo que va ganando le urge que el árbitro silbe el final del encuentro la afición llegó a gritar: ¡ya terminalo cácaro!

La era digital término con este personaje de los cines, como también el acomodador; cuando llegabas minutos tarde a la proyección de la película, en el ingreso había personas que se ofrecían a buscar butacas libres para que te sentaras, ellos se acompañaban de una lámpara de baterías, este servicio era a cambio de una propina. Estás mismas personas era encargadas de revisar cada rincón de la sala y detectar parejas en plena expresión de amor.

También la era digital terminó con los intermedios, que fue un gran acierto. Esto consistía en parar la película a media función, el único objetivo era que en esa pausa salieras a comprar a la dulcería.

Aún recuerdo cuando fui a ver la película «El Chanfle» de Roberto Gómez Bolaños, al lado de mi hermana y mis papás, disfrutando un rico y delicioso chocolate suizo Toblerone, palomitas en bolsa de papel con sus líneas en azul y rojo.  En fin, recordar es volver a vivir.

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