Visión Puntual

Por: José Contreras Contreras

Fin del ruido electoral

 

A las cero horas de este jueves 28 de junio concluyó el largo periodo de campañas proselitistas, unas más largas que otras, pero todas igualmente ruidosas, incluso estridentes, que por más de tres meses tuvieron a los mexicanos inundados de frases, promesas, acusaciones, señalamientos y hasta insultos entre unos y otros de los protagonistas de esta que será el próximo domingo la elección más grande que haya tenido la República Mexicana, donde se disputarán más de 8 mil 300 cargos de elección popular.

Se trató de un periodo de proselitismo en el que hubo de todo, poca imaginación, mucho hígado, más de mercadotecnia que de política propiamente dicha, para que al final del día la mayoría de los mexicanos quedara quizá peor de lo que comenzó este periodo: en la indefinición.

Pocos son los que realmente saben ya lo que habrán el próximo domingo cuando acudan a las urnas; es más, pocos son los interesados realmente en acudir a depositar su voto, y lo que lo están francamente no saben bien a bien por qué habrían de favorecer a uno u otro candidato a la hora de tachar la boleta electoral.

Esta situación es la que verdaderamente debe preocupar a la autoridad electoral y a los partidos políticos, pues a pesar del multimillonario gasto que se hizo en la difusión de promocionales por radio y televisión, muy pocos de éstos fueron dirigidos precisamente a decir a la gente por qué deben acudir a las urnas, motivarlos a ejercer ese derecho que afortunadamente tenemos los mexicanos de elegir quién o quiénes deben gobernarnos y representarnos en los órganos legislativos.

Ojalá que ahora los medios de comunicación asuman la responsabilidad que les confiere la ley y la propia sociedad para hacer ese respetuoso llamado al voto, a la participación ciudadana, porque evidentemente más allá de quienes ganan el próximo domingo, en las urnas, no en el futbol, lo importante es que esas autoridades y representantes electos cuenten con auténtico respaldo popular.

De nada servirá tener un Presidente de la República, sea el que sea, con menos del 50 por ciento de los votos posibles del país; de nada servirá tener senadores y diputados federales electos por una minoría, por menos de la mitad de la Lista de probables electores de este país. Lo que demanda la democracia es participación, lo que exigen los nuevos tiempos que vive el país es autoridades y representantes electos por la mayoría, pero la verdadera mayoría de electores potenciales, no solo la mayoría de los que voten, sino la mayoría de quienes estamos en condición de hacerlo, de todos los mayores de edad que cuentan con credencial para votar.

Ahora eso es lo importante, no quién gane, no quién alzará el brazo tan pronto cierren las mesas de votación, porque se eso ya podemos estar seguros que por ahí de las 19:00 horas del próximo domingo 1 de julio todos se dirán ganadores, incluyendo aquellos minoritarios que verdaderamente no tienen ninguna posibilidad de triunfo, pero también ellos seguramente los veremos con el brazo en alto y diciendo que ganaron.

Ese es otro factor que deben de cuidar los políticos, el no engañar, el no tratar de sorprender, el permitir que sean los procesos perfectamente establecidos los que avancen para saber de forma definitiva, clara y legal quién, al final del día, resultó con el apoyo mayoritario en esta elección, y esto aplica desde la elección presidencial hasta el último aspirante a regidor en el municipio más modesto de la sierra oaxaqueña.

Por favor señores políticos: no le quieran ver la cara de estúpidos a los mexicanos, dejen que sea la autoridad electoral, legalmente constituida, la que desarrolle los conteos, la revisión de los mismos, y que defina quién ganó en cada una de los cargos que están en juego. Les vamos a agradecer, y mucho, su prudencia y apego a la legalidad.

Es hora de ir a las urnas, eso es lo importante, no quedarse en la casa esperando que otros decidan por nosotros mismos. Es hora de dar muestra de madurez política, de sensibilidad y, sobre todo, de civismo, pues nuestros hijos serán –recuerden—reflejo de nuestros propios actos, y si hoy nos ven votar, participar y definir el futuro de este país, el día de mañana, cuando ellos estén en condición de hacerlo, seguramente el avance democrático será mayor, en beneficio de todos.

 

El reto para la autoridad electoral

 

También es hora de ver si verdaderamente las autoridades electorales tienen el tamaño para sacar adelante una elección de este tamaño, lo cual será todo un reto, primero, si se toma en cuenta el tamaño del asunto, con más de 80 millones de mexicanos en posibilidad de ejercer el voto, se tratará de todo un esfuerzo de organización.

La autoridad electoral lleva ya meses trabajando en el asunto, y el próximo domingo el primer reto será la instalación de casillas, para lo cual previamente se desarrolló una amplia logística a lo largo y ancho del territorio nacional, para ubicar los lugares más adecuados donde instalar las mesas en las que los mexicanos ejercerán su derecho a votar.

La capacitación previa de miles de mexicanos que fungirán como funcionarios de casillas representó también un esfuerzo descomunal, el cual, por cierto, en muchos casos resulta inútil, sobre todo por aquellos a los que el mero día domingo les da “flojera”, dicen que se enfermaron o que su abuelita se les murió, todo con fin de no acudir a desempeñar el deber cívico de apoyar el proceso electivo.

Sin embargo eso también hay que tomarlo muy en cuenta, ese gran esfuerzo que representó primero seleccionar a los funcionarios de casillas, luego convencerlos para que ayuden y posteriormente prepararlos para que puedan hacerlo adecuadamente, eso garantizará que el domingo la responsabilidad caiga en las manos de los ciudadanos, de nadie más, porque todos los que reciban las credenciales, entreguen las boletas, las reúnan en las urnas y al final del día las cuenten y elaboren las actas respectivas, no serán funcionarios de ningún tipo de gobierno ni de los órganos electorales federal o estatales, sino simples y sencillos ciudadanos.

Esto último lleva a la reflexión en torno de quienes de “mala leche” ya están hablando de la posibilidad de fraudes electorales, porque ese tipo de “chismes”, que no son otra cosa más que eso, chismes, en verdad manchan el respeto que debemos a todos esos ciudadanos que cívicamente aceptaron participar en la labor electoral. Hablar de ese tipo de cosas con anticipación es como faltar al respeto a miles de mujeres y hombres que han decidido ayudar a este país en la construcción de la democracia.

Pensar que ese “ejército” de ciudadanos que participarán como funcionarios electorales se prestará a una “transa”, es tanto o más como desconfiar del país mismo, de todos sus habitantes, y eso no se vale. La elección está más que nunca en manos de los ciudadanos, a los que debemos respeto, y, quizá lo más importante, le debemos confianza, porque su actuación es y será, de principio a fin de la jornada de buena fe.

Ellos son los que darán credibilidad a la jornada electoral, no los partidos políticos que no fueron capaces de mantenerse alejados de las groserías, insultos y descalificaciones en el tiempo que tuvieron para hacer campaña. Por ello, ahora debemos pensar que la elección sí está en buenas manos, en la de nosotros mismos, porque cada familia hay por lo menos uno de sus miembros que participará de un modo u otro como funcionario de casilla, y todos ellos lo harán bien, lo harán pensando única y exclusivamente que están aportando algo para la transformación democrática de esta nación.

 

Las previsiones

 

Ya está prohibido hablar de datos estadísticos, de proyecciones electorales, de resultados a priori, ahora ya no se puede dar una previsión con un fundamento matemático, por lo que únicamente queda hablar a título personal, de lo que uno percibe, de lo que uno saca como conclusión después de más de tres meses de proselitismo.

En cuanto a la elección presidencial, habrá que advertir que quizá sea la más popular, de la que la mayoría habla, de la que todos hacen conjeturas y creen saber la verdad absoluta; sin embargo, la misma podría ser la más sorpresiva, y permítanme aportar mis referencias y opiniones al respecto, por supuesto que con absoluto respeto a quienes piensan diferente, a quienes no estén de acuerdo, pero, al final del día, cada quien es libre de pensar lo que guste, y yo ejerceré ese derecho.

Pienso que a quien se señaló como “virtual ganador” de la elección mucho antes de que comenzaran formalmente las campañas ni es invencible ni mucho menos llega en su momento. En todo proceso político, proceso natural, e incluso en la vida misma, las circunstancias se miden por crestas y valles, hasta el rendimiento físico y emocional de los atletas de alto rendimiento debe cuidar precisamente ese momento que vive cada persona, partido o fenómeno social, para determinar qué tan capaz será de ganar o no una competencia.

En el caso específico al que nos referimos, es evidente que lleva demasiado tiempo en “preparación”; son 18 años los que hizo campaña a lo largo y ancho del país para preparar esta elección, y aunque eso juega también a su favor, por ser quien más kilómetros recorridos tiene en el país, lo que da contacto ciudadano, también es un factor que cansa, por lo cual llega al momento crucial de la competencia más fatigado que ninguno otro de los competidores.

Su línea de rendimiento va a la baja, textualmente, se encuentra en un valle, ya no en una cresta, por lo que al domingo venidero no será ni por mucho su mejor momento para la competencia más importante de su vida, además de las dos anteriores en las que ya fracasó. Por ello, que a nadie sorprenda una eventual derrota de quien se hacía ganador desde antes de comenzar la verdadera contienda, a quien ya se dice triunfador cuando todavía no abren las urnas.

Caso contrario son los otros dos competidores, porque ambos llegan en potencia pura, sin el cansancio excesivo que representan 18 años de campaña, por lo que cualquiera de los dos puede dar una “sorpresa”. En el caso del abanderado de la extraña coalición que integraron la izquierda y la derecha de este país, ese precisamente podría ser el principal factor de la derrota, la falta de coordinación de estructuras, las cuales en términos reales nunca lograron ponerse de acuerdo y menos trabajar de forma coordinada.

La mezcla de agua y aceite nunca ha dado buenos resultados, y esta no es la excepción, el próximo domingo veremos una vez más a dos burros tirando fuertemente, pero cada uno para su lado, nunca juntos, y eso puede que marque la diferencia con el resto de competidores.

En la coalición de centro-derecha, a pesar de diferencias muy marcadas, el candidato neutral supo arroparse con rojos, verdes y azul turquesa, cerró fuerte y es quizá el que llega a la recta final en plena cresta, en el punto más alto de su rendimiento. Con todas sus carencias, con todo lo que se pueda cuestionar a los partidos que lo impulsan, es él quien más ventajas tiene sobre los competidores, porque llega más encarrilado, con más impulso.

La ventaja de él también radica en la estructura partidista, pues detrás de él tiene al único partido en el país que tiene realmente representación física, no de nombre, en cada colonia, barrio, pueblo y hasta ranchería, en un complejo sistema de comités seccionales que asegura, en primer lugar, la capacidad de vigilar todas las casillas, pero, quizá lo más importante, la única estructura social de carne y hueso capaz de impulsar a familiares y amigo a sufragar a favor de esa causa, y esa es verdaderamente una ventaja que nadie más tiene.

“Que nadie se sorprenda de mi triunfo”, dijo el propio candidato de rojos, verdes y turquesas, y es un hecho que podría pasar, porque una cosa es tirotear desde las redes sociales, hacer “memes” o simplemente “chairear”, se es que se me permite el término, a verdaderamente movilizar personas para ir a la urna, y mientras el “viejejito” es grande por sí mismo pero carece de partido, del otro lado de la mesa hay un hombre que sin sentirse tótem sí cuenta detrás de él con una estructura política viva y dinámica, capaz de resolver favorablemente cualquier excepción.

 

Las cámaras de Diputados y Senadores    

 

En los procesos federales para la elección de representantes al Congreso de la Unión hay dos versiones. La primera predice un “arrastre” del de Macuspana a favor de todos sus candidatos a senadores y diputados, y, la segunda versión, habla de una conciencia colectiva del voto cruzado; es decir, que muchos podrían dar su sufragio a favor de quien lleva 18 años tratando de convencernos de sus bondades, pero que estarán votando por otras opciones en el caso de las elecciones legislativas, como una especie de “candado” de seguridad que evite un gobierno absolutista que pueda hacer más daño que beneficio a nuestro país.

En caso de que la primera opción sea la que predomine, preparémonos para tener el peor congreso de la historia nacional, porque hay que decirlo claro: el partido del señor López no tiene ni por mucho los mejores cuadros como candidatos a senadores y diputados.

Esas posiciones, desgraciadamente, recayeron en forma de candidatura en quizá la peor parte de su estructura política, los “cuates”, los pagos de favores y hasta quién pagó más por esas posiciones están incluidos en la larga lista de aspirantes a diputados federales y senadores, por lo que de llegar a esos cargos será una de las Legislaturas más ignorantes de las cuales haya referencia en este país.

Sólo como un ejemplo, ya sin poner nombre, por no pisar la línea de lo legal, permítanme comentar el caso del candidato del partido guinda a diputado por el distrito 37, con cabecera en los límites de Tlalnepantla y Ecatepec. Él, miembro de una “estirpe” ecatepense que ha dominado la región por años desde la dizque izquierda, tiene el nada honroso “récord” de ser el más ignorante de los aspirantes a legisladores. Su máximo “logro” académico en su hoja de vida es hacer concluido el segundo grado de primaria.

Aclaro que no se trata de un acto de discriminación, considero en lo personal que todo el mundo tiene derecho a superarse y aspirar a alguna vez ocupar un cargo de representación popular, pero sinceramente, al menos a mí, no me gustaría que los intereses de mi distrito, de mi colonia, de mi propia familia, fueran representados por alguien que textualmente no sabe ni leer, mucho menos cuenta con cultura general.

Ese candidato tendría la obligación de prepararse para ejercer de manera digna una responsabilidad tan delicada como ser parte de uno de los Poderes de la Unión, que es el Legislativo, pero de aquí que acaba la primaria, secundaria y alguna licenciatura, aunque sea en línea, pues simplemente ya se le acabó el periodo legislativo.

De ese tipo de “brillantes” candidatos impulsó ese partido político, por lo que pensar que todo eso llegue a las cámaras de diputados y senadores, verdaderamente sería un atentado en contra de la calidad legislativa que demanda este país. No me imagino cómo alguien con el segundo de primaria como tope máximo de preparación académica podría participar en una comisión legislativa, por ejemplo, la de Educación, la de Gobernación, la de Recursos Hidráulicos, qué podría saber él de esos temas.

 

Las elecciones locales

 

Por mucho que se quiera ver desde la misma óptica, la verdad es que la elección mexiquense se cuece aparte. Esta entidad no es, ni por mucho, un reflejo de la elección nacional, por más que el partido del eterno tabasqueño insista en colgarse de esa inercia para tratar de que los mexiquenses se vayan con el engaño y voten como “borregos” por quienes, en algunos casos, ni conocen, porque no hicieron campaña, y están ahí como candidatos porque sus nombres salieron sorteados en una tómbola, sí, en una tómbola, como si una candidatura fuera igual que un recipiente plástico, una plancha o un horno eléctrico que se rifa el día de la madre o en la fiesta de fin de año.

Por lo que hace a las elecciones de autoridades municipales, hay que recordar que éstas son las más cercanas a la comunidad, las que la gente “siente” más, por lo que no se votará de forma alguna ni en bloque, ni por inercia, y mucho menos porque alguien basa sus cálculos en la ignorancia del electorado.

Cada uno de los 125 municipios tendrá resultados específicos, emanados todos de la capacidad de los candidatos propuestos, de la cercanía que éstos tienen o lograron con los ciudadanos. En el caso específico llevan ventaja quienes ya fueron alcaldes, regidores y diputados, sobre todo quienes lo hicieron bien en esas oportunidades, por lo que llevan clara ventaja, sin importar el partido político que los proponga.

Las elecciones municipales se ganan en las calles, no son ni por mucho las más publicitadas. En los millones de spots de radio y televisión que se transmitieron estos días de campaña no hubo lugar para candidatos a alcaldes, salvo algunas excepciones en las que los partidos políticos nacionales “prestaron” unos minutos a sus abanderados a alcaldías, pero eso era prácticamente imposible, porque no daban para tanto los tiempos y prefirieron encausar sus baterías al asunto de las campañas presidenciales.

Lo mismo ocurre en el caso de los aspirantes a diputados locales en el Estado de México, ellos tuvieron que ganar la atención del potencial electorado cara a cara, con visitas directas, ahora ni con actos masivos, pues la llamada “fiscalización” de los órganos electorales les “amarraron” las manos a más no poder, de ahí que el resultado será a favor de quien haya tenido más saliva, mejor condición física para caminar barrios y colonias.

En este sentido, también queda claro que ganarán los que verdaderamente se esforzaron, porque hubo quienes vivieron el periodo de campaña viendo los juegos del mundial de futbol FIFA 2018, en la comodidad del sillón de su sala o en su cama, pues simplemente esperan que la fama y popularidad de su candidato presidencial los “arrastre” al triunfo, sin esfuerzo, sin inversión física, material y mucho menos económica.

Hay candidatos, como uno propuesto por el Partido Verde en el distrito 35 de Metepec, quien, dicen que por una desafortunada circunstancia personal dejó su campaña hace más de dos semanas. Es lamentable que ocurran ese tipo de cosas en plena campaña, pero todos los candidatos son humanos y como tales enfrentan circunstancias de ese tipo que influirán de manera definitiva en el resultado electoral. Una cartelera, por más bonita que sea, no sustituye nunca la posibilidad de que el electorado conozca al candidato, que dialogue con él, que le exprese su sentir, y que haga suya la propuesta política.

De eso dependerán los resultados que arroje la elección del domingo, tampoco será por quien haya transmitido más tiempo por Facebook y mucho menos quien haya enviado más mensajes por Twitter, porque aunque esas vías de comunicación hoy mal llamadas “redes sociales” se convierten cada vez más en una forma de contacto, éstas no han dejado de ser frías, impersonales y, sobre todo, engañosas.

Las elecciones mexiquenses se ganarán en las urnas, no en redes sociales, no en espacios de opinión o cadenas de WhatsApp, por lo que quien se deje engañar por “asesores” en esa materia, pues bien podría llevarse una sorpresa el próximo domingo, cuando quede claro que no los conocen ni en su cuadra, por más que hayan estado muy “activos” en Facebook o Twitter.

 

La última y nos vamos…

 

Ya no queda más qué decir o qué hacer, ahora lo único que corresponde es ir a las urnas, hacer uso de ese gran derecho que significa el voto, plasmarlo por quien sea, si se toma la decisión por fanatismo, por inteligencia, por hígado o por el corazón, pero lo más importante es que se vote, que se llenen las urnas de boletas marcadas, bien marcadas, porque también las “frases célebres” los votos en blanco y ese tipo de conductas lo único que denotan es la ignorancia y la falta de madurez democrática de quién así lo hace.

Votar es muy sencillo, no lleva mucho tiempo, no requiere de mayor inteligencia, el voto no muerde, no duele, al contrario, uno sale de la mampara, luego e tachar el cuadrito del candidato al que uno desea apoyar con el voto, con una satisfacción muy particular, con ese dejo del deber cumplido, con esa satisfacción que solo da el hacer algo bueno, bueno para uno mismo, bueno para nuestras familias, bueno para este gran Estado de México, y bueno para este gran país.

Seamos capaces de demostrar que los mexicanos somos muy buenos para la celebración cuando gana la selección mexicana de futbol soccer, pero también somos buenos de ejercer nuestra responsabilidad como ciudadanos. Impulsemos el avance de nuestra todavía raquítica democracia, que mala o buena, pero la tenemos, gozamos de ella, y por lo menos nos garantiza un elemental grado de libertad del cual deberíamos estar orgullosos y felices. ¿O no?

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