Visión Puntual

Por: José Contreras Contreras

Jugar a la democracia

 

El Partido Revolucionario Institucional, hundido en la peor crisis de su historia, jugará a la democracia para elegir a sus próximos dirigentes, tanto nacional como en el Estado de México, en una fórmula que aunque correcta nunca ha sido lo mejor para mantener su cohesión interna.

Y es que la democracia nunca le ha hecho bien al PRI, de eso hay antecedentes históricos contundentes, porque cuando el Revolucionario Institucional juega a la legalidad y permite que su militancia opine y participe directamente en la toma de decisiones, esos procesos siempre han causado rompimientos que derivan en fugas masivas de sus miembros, lo cual no creo que en este momento sea lo mejor para en otrora poderoso partido político.

Parece extraño un señalamiento de este tipo, sobre todo cuando todos deberíamos buscar hoy rutas democráticas para las decisiones trascendentes; sin embargo, lo cierto es que al PRI nunca le ha ido bien la democracia, es un partido de decisiones cupulares, y como tal ha mantenido la cohesión interna necesaria para salir delante de sus grandes conflictos.

Totalmente roto, el PRI enfrentará sus elecciones internas «jugando» a la democracia

Sin embargo, ahora las dirigentes nacional y mexiquense, ambas damas, ambas convencidas de la democracia como mejor ruta, han decidido que irán por esa vía para buscar a sus respectivos remplazos, sin tomar en cuenta los resultados catastróficos que estos procesos podrían arrojar para el partido político al cual le urge la reconstrucción, no la pulverización.

Permitir que al seno del PRI se formen bloques, se divida la militancia postulando aspirantes a dirigentes y luego en el proceso de elección se enfrenten esos grupos y terminen todos peleados, no parece ser la mejor ruta para el fortalecimiento de la unidad interna a la que debe aspirar ese instituto político.

Es cierto que lo que queda de militancia priista tiene el derecho a opinar y elegir a quienes desea que le encabecen, pero desafortunadamente las prácticas democráticas nunca han sido las más adecuadas para el priismo mexiquense.

En esos términos democráticos el PRI perdió una importante cantidad de militantes y estos se fueron a formar o fortalecer al Partido de la Revolución Democrática, ahora también en pleno proceso de extinción, pero así también fue la última desbandada de militantes hacia la integración del Movimiento de Regeneración Nacional, hoy flamante mayoría política a nivel nacional y estatal.

En esta ocasión, un eventual resquebrajamiento del Revolucionario Institucional favorecería nuevamente al Movimiento de Regeneración Nacional, pues ni Isidro Pastor con su nueva opción política, la maestra Elba Esther Gordillo Morales y la llamada Ruta 5 se ven como destino real para quienes al final del proceso interno priista pudieran fugarse en busca de nuevos rumbos.

En realidad todo el mundo sabe que en este momento cualquiera que se quede sin partido político apostará por Morena como futuro electoral, pues en el resto de las organizaciones en formación existen posibilidades reales de crecimiento político, sería arar la tierra nuevamente desde cero, y a eso están dispuestos muy pocos de quienes quedaron acostumbrados a detentar el poder político y económico.

En el PRI mexiquense las cosas ya se comienzan a perfilar, existen grupos políticos muy bien definidos. Por ejemplo, los tradicionales, encabezados desde la cúpula por ex gobernadores como Arturo Montiel Rojas, quienes ven en el profesor Arturo Osornio Sánchez la mejor opción para ir en busca de la dirigencia estatal del Revolucionario Institucional.

A Osornio Sánchez le sobra experiencia, colmillo, y valor político, pues a su paso por diversas posiciones relacionadas con el sector rural gubernamental y priista ha sido capaz de tejer una impresionante red de respaldos electorales que van muy de la mano con organizaciones también añejas como la misma Confederación Nacional Campesina, la Confederación Agrarista Mexicana o la Confederación Campesina Independiente, desde donde podría adquirir los apoyos necesarios para llegar a la dirigencia estatal del PRI.

Hay otros acelerados sin tanta fuerza ni arraigo pero a quienes hay que reconocer que han sido capaces de tejer alianzas importantes sobre todo con grupos emergentes que están teniendo relativo peso político. Quizá el mejor ejemplo de ello sea Juan Pedro García, quien logró recientemente le abrieran las puertas del edificio central del PRI y desde dentro pudiera actuar como Caballo de Troya para apoderarse de la dirigencia estatal de ese partido político.

Por el lado de las mujeres, cada vez más posicionadas y con verdadero peso como para “voltear” cualquier elección interna en el priismo mexiquense, destacan las figuras de Ana Lilia Herrera Anzaldo, actual diputada federal con doble experiencia en la dirección estatal del PRI y a quien le sobran argumentos como para encabezar la renovación que tanto requiere ese instituto político.

Otro valor importante del Revolucionario Institucional que vive actualmente en el autoexilio político se llama Carolina Monroy, luego de su derrota en la competencia por la presidencia municipal de Metepec, pero quien se llevó sobre los hombros poco más de 30 mil votos en ese último proceso, de larga trayectoria en el servicio público y en el activismo político, representa una alternativa viable para reunir a grupos políticos que parecen antagónicos pero que en ella encuentran una buena expresión de unidad.

Nadie puede ignorar el peso específico que todavía guarda el ex presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en el ámbito priista, por lo que también hay que voltear a ver a aquellos que gozan de cercanía con él para intentar vislumbrar una salida digna al proceso interno priista y pensar en una rehabilitación integral para sacarlo adelante del mal momento en que ese instituto político se encuentra.

En ese ámbito destacan dos nombres relevante, uno, Edwin Lino Zárate, hasta hace unos meses súper poderoso Secretario Particular de Enrique Peña Nieto, quien por supuesto trae encima todavía toneladas de información exclusiva de primer nivel, en materia política, económica y social, y quien es también un operador político de probada capacidad, por lo que no estaría nada lejana la posibilidad de verlo como un candidato viable a dirigir al priismo mexiquense.

Por otra parte, hay que observar de cerca al último priista de la vieja guardia con peso político específico. Se llama Miguel Sámano Peralta, trabaja hoy de coordinador de los diputados locales del Partido Revolucionario Institucional, y constituye el último eslabón entre el priismo tradicional de la escuela de Arturo Montiel Rojas, parte del llamado grupo de los Golden Boys, por lo tanto cercano a Enrique Peña Nieto, pero con afinidad política con el grupo del actual gobernador Alfredo del Mazo Maza, a quien ha servido de forma eficaz como vínculo entre una mayoría aplastante en la Legislatura local y el poder central priista que impera en el edificio de Lerdo Poniente 300.

Finalmente, habría que revisar al grupo de poder que detenta el Ejecutivo mexiquense, pues aunque Del Mazo Maza se ha mantenido más bien distante y respetuoso de los procesos priistas, nadie en su sano juicio puede dejar de comprender que tarde o temprano el gobernador tendrá que  meter la mano para tratar de rescatar su propio proceso de sucesión que quiera o no caerá en el ámbito político del propio Revolucionario Institucional.

En torno al gobernador Del Mazo Maza hay dos nombres que bien pudieran ponerse en un momento sobre la mesa de negociaciones como cartas para ir por la dirigencia priista, el primero, quizá más viable, el actual director general del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de México, Miguel ángel Torres Cabello, uno de los hombres de mayor confianza del actual mandatario mexiquense, de amplia experiencia política, y un operador cien por ciento confiable como para dejar en sus manos el futuro del partido político más importante para el actual Ejecutivo estatal.

El otro nombre de peso real es Alejandro Fernández Campillo, actual secretario de Educación del Estado de México, quien guarda gran cercanía con el gobernador mexiquense y es uno de los más adelantados en materia política del equipo delmacista, uno de los pocos que ha dado buenos resultados en la oportunidad que les brindó en su gabinete de gobierno, y con la juventud y fuerza necesarias como para intentar revivir al PRI.

Finalmente, se habla también de posibilidades reales para Alejandro Ozuna Rivero, quien aunque más bien ya está considerado dentro de los cuadros viejos priistas, resabio de pasadas gestiones sexenales, es, se quiera o no, el número dos en la baraja política mexiquense y cuenta con toda la capacidad política para intentar poner orden en un instituto político al cual le falta precisamente eso.

Veremos en los próximos días cómo se integra la convocatoria respectiva para el cambio en la dirigencia estatal del PRI mexiquense, la cual deberá ser expedida a finales del presente mes de marzo o en la primera semana de abril, para una elección que, si las cosas no cambian, puede desarrollarse en el mes de junio.

 

Diputados migrantes

 

Donde también se pusieron interesantes las cosas en los últimos días fue en la Cámara de Diputados del Estado de México, donde se rompió la aparente calma que imperaba en ese Poder Legislativo para registrarse una migración que llamó poderosamente la atención, por el ruido político que causó, no así porque eso fuera a cambiar la única realidad existente: Morena es y será mayoría aplastante.

Todo comenzó cuando la diputada Claudia González Cerón, de Ecatepec, hizo pública su decisión de separarse de la fracción parlamentaria del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para irse al Partido de la Revolución Democrática (PRD), lo cual celebró en grande el coordinador perredista, Omar Ortega Álvarez, pues con ese movimiento pudo tener una fracción parlamentaria formalmente constituida, con un mínimo de tres legisladores, y no los dos que hasta ese día tuvo.

La decisión de Claudia González Cerón fue poco comprensible, pues ser parte de la mayoría legislativa para ir a pasar penurias a un grupo apenas perceptible de tres diputados perredistas es algo que pocos comprenden, a no ser que en el camino ella haya obtenido muchas de las ventajas aspiracionales que muchos buscan y que son muy difíciles de logar en un grupo mayoritario de 38 diputados.

Por supuesto que a Claudia González Cerón le ira bien en el PRD, pues Omar Ortega Álvarez, coordinador de esa fracción que ahora sí ya es formal, se muere de elogios y promesas para ella, con tal de que se quede ahí y les dé el número de diputados suficientes para ser considerados como un grupo con relativo peso político.

La migración de diputados que se vive en la Legislatura mexiquense.

Luego, la diputada Julieta Villalpando Riquelme anunció que se separaba del Partido del Trabajo para volver al grupo parlamentario del Partido encuentro Social (PES). La directiva nacional de ese partido político le ofreció la dirigencia de la fracción parlamentaria, decisión que no pasó por la consulta de la dirigencia local del PES y mucho menos de los propios diputados, lo que los hizo estallar en ira y salir corriendo también ellos para declararse “independientes”, lo cual como figura política real no existe, pues deben ser considerados realmente como “diputados sin partido”.

De esa forma salieron del Partido Encuentro Social los diputados Carlos Loman Delgado, quien era el coordinador y por lo tanto fue el primer desplazado del “enroque”, y los diputados Rosa María Pineda Campos, Juliana Felipa Arias Calderón y Juan Carlos Soto Ibarra. Los cuatro se dieron de alta ante la Junta de Coordinación Política de la LX Legislatura local como “diputados sin partido político”, pero, nada tontos, ratificaron su alianza personal e institucional con la mayoría de Morena, e incluso públicamente aclararon su buena relación con el coordinador de Morena, Maurilio Hernández González.

Lo curioso del caso es que diputados de aquí para allá y de allá para acá, pero la cosa sigue inamovible en materia política, pues el cambio de Julieta Villalpando al Partido Encuentro Social, así como la declaratoria de cuatro diputados sin partido, no mueve de modo alguno la suma de más de 40 miembros de lo que en principio fue la coalición Juntos Haremos Historia de cara a las decisiones políticas en la Legislatura del Estado de México.

Los de Morena y sus aliados seguirán teniendo los votos necesarios para impulsar cualquier propuesta de modificación al marco legal vigente en el Estado de México y podrán voltear a su favor cualquier cosa que suceda en la balanza política del Poder Legislativo local. Así es que llámense como se llamen, seguirán siendo lopezobradoristas.

 

Los nuevos retos

 

Este martes arrancan las sesiones deliberantes de la Legislatura local, ahí es donde verdaderamente se podrá observar si es que hay algún cambio de fondo, y no solamente estético.

Será fundamental observar la actuación ante el pleno de los ahora diputados sin partido político, sobre todo si se toma en consideración el pasado reciente de aquella “mini fracción” de diputados independientes que se desprendieron del Partido Acción Nacional, encabezados por Aarón Urbina Bedolla, para luego convertirse en colaboracionistas del gobierno mexiquense y en particular del Partido Revolucionario Institucional.

Veremos cómo se mueven los ahora cuatro diputados sin partido político, si mantienen en los hechos su alianza con la mayoría legislativa de Morena, si en verdad respetan el liderazgo que públicamente reconocieron en Maurilio Hernández González, o de repente les da por aquello del acercamiento con alguna otra fuerza política distinta.

La diputada Azucena Cisneros Coss alertada en los días previos la posibilidad de que al seno de la Legislatura mexiquense hubiera “compra de conciencias”, lo que no sería nada raro en un terreno tan “trabajado” por distintas fuerzas políticas, ni mucho menos en acomodos lógicos de las fuerzas políticas donde hay algunos que ciertamente han trabajado arduamente para convencer a algunos que andan por el lado equivocado.

Maurilio Hernández mantiene la cohesión interna de la Legislatura.

Las cosas quedarán cada vez más claras cuando hoy comience el verdadero trabajo legislativo, en el cual, por cierto, hay asuntos sumamente interesantes que enfrentar.

De entrada hay que reparar lo descompuesto, tal es el caso del dictamen que anda por ahí guardado en un cajón legislativo relativo al análisis de la Cuenta Pública del año 2017, y junto con lo que de eso ocurra veremos seguramente el fin de la carrera política de quien hoy se siente todavía dueño de la verdad en el Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México, ese raro organismo que no solamente se burocratizó, sino que se corrompió a grado tal de vender sus “favores” a los presidentes municipales de otros tiempos.

Es evidente que el tiempo del señor Baz Ferreira llegó a su fin, por salud política del Poder Legislativo, y por salud de la administración pública estatal y municipales a las que ya es hora que deje de hacerles la tarea y les permita que maduren y enfrenten la consecuencia de sus actos, más allá de cualquier componenda.

El lío será ahora qué va a pasar con el Órgano Superior de Fiscalización, porque dejarlo así, tal cual, sería tanto como no hacer nada, dado que la corrupción le corroe, no es solamente Baz Ferreira, son muchos más, prácticamente todos los que ahí trabajan están embarrados de una forma u otra en viejas prácticas que hoy se puede observar claramente todo el daño que le han hecho al Estado de México.

A quien pongan al frente de ese organismo, que se dice podría ser quien ahora es titular de la Contraloría del Poder Ejecutivo, el doctor Victorino Barrios Dávalos, tendrá la responsabilidad muy grave de prácticamente reconstruir esa instancia, y, sobre todo, rescatar la honra, la cual dejaron tan dañada.

 

La última y nos vamos…

 

Se supone que el informe anual de cualquier institución marca un fin de ciclo. Ojalá así sea para la Universidad Autónoma del Estado de México, porque hay que reconocer que el segundo de la administración de Alfredo Barrera Baca fue más de escándalos que de logros, aunque no se haya evaluado de esa forma que requiere algo más que humildad y autocrítica.

Sin embargo, no es lo importante lo que ya pasó, eso quedó en segundo término, ahora lo verdaderamente importante es lo que sigue, lo que se construya en este tercer año de la administración universitaria.

Inicia UAEM un nuevo año, esperemos que sea mucho mejor.

A nadie conviene que a la Universidad Autónoma del Estado de México le vaya mal, como si lo dijo de forma velada el propio gobernador Alfredo del Mazo Maza, quien de paso recordó todo lo mucho que todos le debemos a esa institución, por lo que habría que estar preparados para la defensa de nuestra gloriosa verde y oro.

Lo que sigue es un año de retos, de posibilidades, de consolidación y de mucho trabajo político, porque hay que apagar los fuegos que por ahí se han encendido, pero al mismo tiempo trabajar en la cohesión interna de una institución que necesita estar cerca de su máxima autoridad.

El rector Barrera Baca tiene muchas ganas de hacer bien las cosas, le han tocado tiempos complicados, un ambiente políticos distorsionado en el cual quizá no ha salido tan bien librado, pero merece un gran voto de confianza y todo el respaldo de propios y extraños para asegurarnos que la Universidad mexiquense no solamente salga bien librada de estos tiempos convulsos, sino, además, que sea capaz de madurar y llegar a nuevos tiempos donde la noticia sean sus éxitos y no sus deudas o su presunta implicación en cosas raras.

Hagamos votos porque las situaciones anómalas, si es que existieron, se aclaren pronto y, de preferencia, se sancionen para que quede como ejemplo de que a la UAEM no se le mancha de tal forma, porque todos los que vivimos en el Estado de México necesitamos una institución cada vez más sólida, actuando, trabajando, manteniendo a los jóvenes en sus aulas, con posibilidades reales de desarrollo y, sobre todo, lejos de cualquier conducta antisocial. Es por el bien de todos. ¿O no?

 

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