Visión Puntual

Por: José Contreras Contreras

Adiós PRD

 

Hace treinta años se formó en este país una opción en la que muchos jóvenes de aquella época creyeron que sería la alternativa para cambiar las cosas políticas de este país: el Partido de la Revolución Democrática nació del entonces Frente Democrático Nacional que integraron los principales líderes de izquierda que la opresión dejó vivos después de las represiones del 68 y de la década de los setentas.

Ese partido político, bajo los escandalosos colores amarillo y negro, y con un sol azteca como escudo, se significó como una esperanza para muchos mexicanos que desde entonces estaban hartos de la injusticia y la desigualdad en que habían sometido a miles de mexicanos para quienes las puertas del desarrollo y progreso estaban prácticamente cerradas.

Los ideales del Partido de la Revolución Democrática contagiaron a muchos en el país, pero particularmente en el Estado de México, donde esa fuerza política de izquierda no solamente se fortaleció, sino echó raíces y alcanzó su mayor punto de madurez para convertirse en el primer contrapeso real para la clase política priista que dominaba y domina todavía por lo menos el Poder Ejecutivo local.

El PRD tuvo de todo, desde un esperanzador proceso de crecimiento sostenido en la zona sur, en el bravo Tejupilco y alrededores donde protagonizaron aquel célebre enfrentamiento a balazos contra fuerzas estatales por la posesión del palacio municipal que reclamaban como propio, tras una elección verdaderamente amañada en 1988, así como en Nezahualcóyotl, municipio que al paso de los años convirtieron en su bastión para desde ahí dar la lucha a nivel nacional, incluso por la Presidencia de la República, en procesos electorales en los que les hicieron 2de chivo los tamales” y a final de cuentas nunca les reconocieron sus triunfos.

Colapsa el Partido de la Revolución Democrática.

Pero, a pesar de nunca ganar una elección estatal, de gubernatura en el Estado de México, el PRD se convirtió en un factor de equilibrio muy importante para el proceso democratizador del Estado de México.

Todavía recuerdo las largas jornadas de debate en el naciente Instituto Electoral del Estado de México entre priistas, consejeros electorales, y los varios representantes del Partido de la Revolución Democrática, quienes hacían ver su suerte a quienes intentaban a toda costa imponer su criterio, siempre favorable a las causas de la derecha o del centro-derecha.

Por eso el PRD era importante para el Estado de México, por eso se le va a extrañar a ese partido del sol azteca que supo dar la batalla hasta reformar cuestiones esenciales como la paridad de género en la asignación de candidaturas para todos los partidos políticos, como la definición de los procesos de escrutinio en las elecciones, lo que antes se hacía prácticamente en privado entre autoridades de dudosa calidad moral y casi siempre con la intervención directa y amañada del gobierno en turno.

Por eso debemos lamentar todos los que amamos la democracia la evidente extinción del Partido de la Revolución Democrática que hoy vemos a pasos acelerados con la salida de todo el mundo, por lo menos de ese puñado de verdaderos políticos de izquierda, de luchadores sociales que se ponían el overol para dar la lucha política, con política de altura, de principios, de ideología que supieron defender a la buena.

También debemos extrañar a ese PRD porque su construcción costó muchas vidas de otros que incluso fueron más radicales y ofertaron lo más valioso que tiene el hombre, la vida, con al de defender a capa y espada sus metas, objetivos y conceptos que no fueron aceptados por las buenas para quienes detentaban el poder formal y el poder fáctico.

En realidad nos dio mucho el PRD a todos los mexicanos, deberíamos estar agradecidos por todo lo que aportó a la política nacional, aunque lamentablemente ya no lo hará más, porque las paredes del partido del sol azteca se derrumban a pedazos, en un irremediable proceso que comenzó ciertamente un día después del triunfo arrasador de Andrés Manuel López Obrador, quizá el máximo representante en los últimos 18 años de la izquierda, pero ahora enfundado en nuevos colores, siglas y objetivos.

Sí, aunque les cueste trabajo reconocer la realidad a los perredistas, fue precisamente Andrés Manuel López Obrador a quien le deben su extinción, pues al constituirse por primera ocasión en México un gobierno de izquierda, pero emanado de un partido político o movimiento diferente al PRD, este último fue condenado a la desaparición.

El PRD no perdió para morir ante el PRI, a eso ya estaba acostumbrado y lejos de debilitarlo lo fortalecía en cada elección, al PRD lo mató Morena, no solamente porque previo a la elección federal del 1 de julio del 2019 el Movimiento de Regeneración Nacional lo desmanteló en primera instancia, pues fueron miles los que migraron formalmente del PRD al partido de López Obrador, pero muchos más los que lo hicieron de manera informal el día de la elección, ahí frente a las urnas, quienes tomaron la decisión de último momento de votar por quien fue su candidato histórico y ahora lo veían nuevamente en las boletas, pero con otras siglas.

El PRD también se extingue por su propio veneno, el cual irremediablemente brotó desde lo más profundo el mismo día en que la “inteligencia” invadió a sus dirigentes nacionales para ir en alianza o coalición con sus enemigos históricos de la ultra derecha representada por el Partido Acción Nacional, como si nadie en su breve paso por las aulas de educación primaria les hubiera explicado que el agua y el aceite no se mezclan, por más que se agiten o se radicalicen, pero nunca se mezclarán.

Y eso se observó en las urnas el mismo día de la elección presidencial, con resultados donde la coalición del agua y el aceite ganaba escasamente en algunas casillas, pero solo en aquellas donde históricamente la derecha era mayoría, pues, a excepción de Nezahualcóyotl, el PRD no fue capaz de ganar ni donde se supone que tenía todas consigo, lo cual se explica simplemente por lo que párrafos antes comenté, que los propios perredistas prefirieron impulsar a un candidato de izquierda, antes que regalar su voto a los panistas.

Ni modo, se nos va el PRD. Seguramente el proceso de quiebra técnica, económica y política al interior de ese partido político llevará un buen rato, pues todavía hay quienes pretenden quedarse a pelear por las migajas de lo que queda de ese instituto político.

Sin embargo, los verdaderos perredistas, las mujeres y hombres que ofertaron más allá que años de lucha, esos no están dispuestos a quedarse a ver cómo la jauría acaba con lo que queda de algo que verdaderamente fue importante en el pasado reciente para la política nacional. Ya se van, o se irán pronto, de eso no hay duda.

 

Toluca se suma a la desbandada

 

Ana Yurixi Leyva Piñón, quien incluso fue aspirante a la presidencia municipal de Toluca por ex casi extinto Partido de la Revolución Democrática parece que abrió la puerta, fue la primera en levantar la mano y dejar claro que no está dispuesta a seguir siendo cómplice de las porquerías cometidas por la autodenominada Dirigencia Nacional que está amarrada al poder perredista con hilos muy delgados y clavada con alfileres.

Pero no es la única, detrás de Ana Yurixi hay una larga lista de perredistas valiosos que ya se van, que buscan otras opciones más inteligentes que permitir que les sigan imponiendo desde la Ciudad de México quién los debe dirigir, qué deben decir y hasta qué deben pensar.

Este martes 7 de mayo, una de las familias más arraigadas en la izquierda de la capital del Estado de México dirá adiós también al Partido de la Revolución Democrática para buscar un futuro mejor, por lo menos más claro, al amparo del Movimiento Nacional por la Esperanza, que encabeza René Bejarano, el tristemente célebre “Señor de las Ligas”, el mismo que grabaron echándose en una bolsa los fajos de billetes supuestamente para respaldar la campaña de Andrés Manuel López Obrador, de quien, por cierto, era secretario particular y liego promotor electoral.

Mario Medina Peralta e va del PRD y se lleva «medio» comité municipal de Toluca.

Los hermanos Mario y Gabriel Medina Peralta anuncian hoy su renuncia al Partido de la Revolución Democrática y su incorporación al movimiento de René Vejarano. Esto significa solamente una cosa: el PRD, al menos en Toluca, se desintegra por completo, pues hay que tomar en cuenta que ellos eran todo en ese instituto político en la capital mexiquense.

Más aún, junto con los hermanos Medina Peralta se va también Eymar Gutiérrez, Décimo Sexto Regidor de Toluca, la última posición realmente importante que le queda a ese partido político en extinción, así como otra larga lista de aquellos que mantenían al instituto político en activo en la capital del Estado de México.

Carlos A. Romero, Secretario General del PRD; Alfonso Marcial, Coordinador Municipal de Acción Democrática Nacional (ADN), Elena Preza, Secretaria de Finanzas del comité municipal; Rubí Hernández Bárcenas, Secretaria de Perspectiva de Género; Sarahí Tovar, Secretaria de Políticas de Gobierno y Bienestar Social., así como Odilia A. Zúñiga, son otros de los destacados perredistas de Toluca que hoy abdican a esa organización política.

No hay duda, se acabó el PRD, más si se considera que la semana anterior ya renunció también el presidente municipal de Nezahualcóyotl, el último reducto de poder real que detentaba el Partido de la Revolución Democrático en esta entidad. Ni modo, murió.

 

No cantan mal las rancheras

 

Otro instituto político que está en plena decadencia es el Partido Revolucionario Institucional y su “célebre” presidenta estatal, Alejandra del Moral Vela. Quien lo dude, échese una revisada a lo sucedido el pasado domingo en la elección de la organización denominada Vanguardia Juvenil Agrarista.

A propios y extraños se les hizo saber previo a la elección de esa organización de supuestos jóvenes campesinos que el proceso sería un pequeño “laboratorio” de lo que podría ser la próxima elección de dirigente estatal del PRI.

Si así fuera, pues no queda duda que el relevo de Alejandra del Moral Vela de la dirigencia mexiquense del PRI será precisamente el sepelio de ese partido político.

¿Por qué lo digo? Bueno, pues revisemos. La elección de la nueva dirigencia estatal de la organización Vanguardia Juvenil Agrarista dio como resultado una “copiosa” votación de un total de 5 mil 048 votos emitidos y contabilizados.

¿»Copiosa» votación en elección de Vanguardia Juvenil Agrarista?

¿5 mil 048 votos en una elección priista? Sí, esos fueron todos los votos que lograron reunir.

En el Estado de México se supone que hay 17 millones de habitantes, de los cuales, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hay 1.5 millones de campesinos. Si la lógica poblacional se aplica, se supone que poco más de la mitad de la población mexiquense oscila entre los 18 y 35 años de edad, rango precisamente que utilizó el Partido Revolucionario Institucional del Estado de México para decidir quiénes son jóvenes en esta entidad.

Si existen 1.5 millones de mexiquenses ubicados en el sector rural de la población, luego entonces son campesinos, y si la mitad de ellos tienen entre 18 y 35 años de edad, entonces se supone que tendrían posibilidad de captar algo así como 750 mil votos en un proceso de “jóvenes campesinos”.

Pues no, no lograron reunir 750 mil votos. Lejos, muy lejos quedaron de esa posibilidad, porque entre 5 mil 048 votos y 750 mil potenciales votantes han una gran diferencia.

Siguiendo con el ejercicio matemático y de análisis simplista –lo reconozco—se me ocurre que tendríamos que hacer una simple Regla de 3 para saber el potencial electoral que la elección de Vanguardia Juvenil Agrarista tendría.

Entonces: 750 mil es al 100 por ciento, lo que 5.048 es a “x”, y esa “x” aporta un catastrófico resultado del 0.67 por ciento. A lo que se puede concluir que el PRI mexiquense tiene un potencial de voto de 0.67 por ciento entre los jóvenes agraristas. Sí, menos del 1 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 35 años que viven en zonas rurales votaría por el Partido Revolucionario Institucional. Así de grave está la cosa para el partido que “dirige” Alejandra del Moral Vela.

Si, como lo difundieron ampliamente los voceros priistas en el Estado de México la elección de Vanguardia Juvenil Agrarista representa un “laboratorio” de lo que podría ser la elección estatal por la presidencia, no quiero ni pensar en un resultado potencial de acuerdo con la proyección que obtuvieron el pasado domingo.

Es cosa de echar números, de identificar y explicar escenarios políticos, no solamente de escuchar las dulces recomendaciones que los asesores le “soplan” a su delicado oído.

Ahí están las cifras, ojalá las aprovecha, señora presidenta estatal del PRI.

 

¿Y dónde quedó la lana?

 

Donde hay mucho qué aclarar es en el comité municipal del Partido Acción Nacional en Naucalpan de Juárez, donde el pasado fin de semana se protagonizó una protesta de “fifís”, diría el licenciado López Obrador, para reclamar a su actual representante ante el Instituto Electoral del Estado de México, Alfredo Oropeza, y a su dirigente local, el ex diputado Luis Marrón, por unos 10 millones de pesos que “nadie supo dónde quedaron”.

Los panistas de Naucalpan aseguran que Oropeza y Marrón desaparecieron dinero que tendría que haberse aplicado en gastos de tiempos electorales pero que –dicen—nunca llegó donde tendría que ser.

Alfredo Oropeza, mucho qué explicar.

El lío con Oropeza y Marrón va mucho más allá del dinero, lo cual de entrada es más que preocupante, sobre todo en un instituto político que siempre se las ha dado de honrado y honesto, lo que incluso ha sido bandera electoral en más de una ocasión.

Pero los panistas de Naucalpan están también enojados por los escasos, diría yo nulos, que su presidente del comité municipal aporta a la reconstrucción de ese instituto político, después de la catástrofe electoral del 1 de julio del 2018.

A Alfredo Oropeza, hoy representante del Partido Acción Nacional ante el IEEM, lo señalan por su gris desempeño, por dejar “tirados” a miles que confiaron en su candidatura a la presidencia municipal de esa localidad, la cual simplemente se convirtió en “petardo”.

Oropeza y Marrón tienen mucho qué explicar. No somos jueves ni ministerios públicos para señalar si son o no responsables de lo que los acusan, para eso hay instancias adecuadas donde los inconformes deben de sustentar con pruebas sus dichos, mientras que el representante panista ante el IEEM y el presidente municipal en Naucalpan deben también presentar lo que a su derecho convenga para establecer su inocencia.

Mientras, sería bueno una explicación formal del destino del dinero público que presuntamente recibieron y manejaron durante el pasado proceso electoral, no solamente para que haya o no sanciones en el caso, sino para que la imagen de Acción Nacional no se siga llenando de estiércol, pues ese es el principal riesgo. No vaya a ser que sean los terceros en las filas de la desaparición.

 

La última y nos vamos…

 

En torno a una mesa de café conversaban dos personajes de esos que todos los días arreglan al mundo con sus elevados “conceptos” en el céntrico Biarritz, de la ciudad de Toluca, y su intercambio giraba en torno a la posibilidad de relevar anticipadamente al rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, como lo plantean los artículos transitorios de la propuesta de ley que presentó hace unas semanas la fracción parlamentaria del Movimiento de Regeneración Nacional en la LX Legislatura local.

¿Un acosador o un traidor para Rector? Se preguntan.

“Tendría que ser un hombre de izquierda, decía uno de los conversantes, y el otro le añadió: “Es Fermín o Jaciel”, luego, ambos se quedaron viendo el uno al otro, se hizo el silencio y vino la reflexión…

“No, imagínate, un acosador o un traidor. Ni a cuál irle”. “Pero se lo merecen”, respondió el otro, y el primero respondió con velocidad: “quizá lo merezcan, finalmente ellos fueron los que hicieron el trabajo sucio para fusilarse la iniciativa de los universitarios y luego acomodarla a sus propios intereses, pero, si le dieran la rectoría a alguno de ellos, ahora a quién traicionarían”.

Cabizbajos, meditabundos, más serios, reflexionaron una vez más, sorbieron el humeante café, y el más cuerdo, parecía, dijo moviendo la cabeza: “lo bueno es que Dios no le da alas a los alacranes”. Y yo estoy de acuerdo con él.

 

 

 

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