LOS 125 MUNICIPIOS MEXIQUENSES SE LLENAN DE COLOR, FLORES Y MEMORIA PARA CELEBRAR A QUIENES YA PARTIERON
MIREYA AYALA

El Estado de México vuelve a llenarse de color y tradición con la celebración del Día de Muertos. Altares, flores de cempasúchil, papel picado y velas encendidas adornan hogares, plazas y edificios públicos, donde las familias recuerdan con cariño a quienes ya no están.
En los 125 municipios, los mexiquenses conservan una de las festividades más emblemáticas del país. En cada rincón se respira el aroma del copal y el pan de muerto, mientras se escucha música tradicional que acompaña la memoria y el amor por los seres queridos.
Escuelas, instituciones y comunidades se unen para mantener viva esta herencia cultural reconocida por la UNESCO. Los altares representan no sólo el vínculo entre los vivos y los muertos, sino también la identidad de los pueblos mexiquenses que preservan sus raíces con orgullo.
Las calles se transforman en una fiesta de colores con desfiles, catrinas monumentales, tapetes de aserrín y concursos de ofrendas. En cada detalle se refleja la creatividad, el respeto y la devoción que caracterizan a esta celebración ancestral.
El Día de Muertos en el Estado de México sigue siendo un símbolo de unidad, cultura y amor. Una tradición que, más que recordar la muerte, celebra la vida y el eterno lazo que une a las familias a través del tiempo.
