JC MONEDERO CONSIDERA QUE CORINA MACHADO ES UNA “FASCISTA” QUE HA LLAMADO A LA INVASIÓN DE VENEZUELA
JUAN VÁZQUEZ RANGEL

Diversas voces del pensamiento crítico internacional expresaron su rechazo a la reciente decisión del Comité del Premio Nobel de la Paz a la que calificaron como una acción “fascista” y carente de legitimidad moral.
Para numerosos intelectuales de izquierda, el galardón ha dejado de representar los ideales de justicia y reconciliación, convirtiéndose en un instrumento político de los poderes hegemónicos.
No existe otra explicación para que el Nobel de La Paz recayera en la opositora de ultra derecha venezolana, Corina Machado.
El escritor y politólogo español Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, sostuvo que el Nobel de la Paz se ha transformado en “un premio que exalta a quienes sirven al imperialismo y castiga a quienes defienden la soberanía de los pueblos”. Aseguró que el reconocimiento se otorga siguiendo intereses geopolíticos y no principios éticos, lo cual “devalúa su valor simbólico ante las luchas reales por la paz y la justicia social”.
Otros pensadores de izquierda señalaron que el comité ha perdido toda coherencia al premiar a figuras o instituciones que promueven conflictos en lugar de detenerlos.
Recordaron que en años anteriores ya se había cuestionado la entrega del galardón a líderes vinculados con la guerra o con políticas intervencionistas, lo que revela un patrón de manipulación ideológica.
Los críticos lamentaron que el Nobel de la Paz, creado para reconocer la defensa de la vida y la fraternidad entre las naciones, haya terminado subordinado a intereses económicos y militares. A su juicio, esto refleja la crisis ética de un sistema internacional que convierte en héroes a quienes deberían rendir cuentas por la violencia que generan.
Con tono de indignación, los analistas concluyen que vivimos en un “mundo al revés”, donde se recompensa la hipocresía y se silencia la resistencia. Para ellos, el Premio Nobel de la Paz se ha vaciado de contenido y hoy representa, más que un honor, un espejo de la decadencia moral del orden global.