Miles de cubanos volvieron hoy a desfilar en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana pero esta vez para dar el último adiós a Fidel Castro y rendirle tributo con una ceremonia popular de duelo, cargada de sobriedad y de simbolismo.
Perfectamente organizados en una larguísima fila que no dejó de fluir en toda la jornada, habaneros de todas las edades y profesiones acudieron al Memorial José Martí para despedirse del «Comandante en jefe», presente en una fotografía de sus tiempos guerrilleros en Sierra Maestra, flanqueada por flores blancas y sus condecoraciones y custodiada por el Batallón de Ceremonia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
El acceso a la plaza comenzó alrededor de las 9 de la mañana cuando resonaron 21 disparos de salvas de artillería en un fuerte de La Habana y en otra fortaleza de la provincia oriental de Santiago de Cuba
En contraste con los masivos actos de exaltación revolucionaria, desfiles militares, actos antiimperialistas o las bulliciosas marchas del Día de los Trabajadores vividos en la Plaza de Revolución, lo que se vio y se oyó este lunes en este icónico enclave fueron semblantes serios, silencios, ojos llorosos y voces entrecortadas.
«Fidel marcó mi existencia» decía casi en un susurro Carlos Fernández, un ingeniero habanero que se esforzaba por contener las lágrimas al recordar cómo en su juventud se sumó al proyecto revolucionario de Fidel Castro, convencido de poder ser capaces de superar el atraso y el subdesarrollo de la isla.
Unos metros más atrás en la fila del homenaje al líder de revolucionario, Idania, también ingeniera, insistía en una de las frases más repetidas en la jornada: «Fidel ha sido para mí como un padre»
«Fue el que me dio mi carrera, mis estudios, estoy muy mal», comentaba en voz baja esta ingeniera formada en la Unión Soviética y cuyo padre participó en el Movimiento 26 de julio creado por Fidel Castro.