Angela Merkel, canciller alemana, defendió su política de brazos abiertos hacia los refugiados ante las críticas que se multiplicaron después de los atentados que sacudieron el país en los últimos días, dos de los cuales tuvieron como autores a solicitantes de asilo político.
La jefa alemana de Gobierno se mostró confiada en que Alemania podrá lidiar con lo que llamó un «un nuevo desafío que se puede describir con la palabra terrorismo islamita».
Merkel condenó los ataques de Wurzburgo y Ansbach a cargo de refugiados radicalizados que calificó de «terrorismo islamista».
Para ello presentó un catálogo de nueve puntos que incluyen facilitar la deportación de personas a quienes se denegó la solicitud de asilo, un «sistema de alerta temprana» para identificar y prevenir la radicalización de refugiados y la intervención del Ejército en operaciones antiterroristas dentro del país, algo que hasta ahora no permite la Constitución.
Alemania fue sacudida por una serie de ataques violentos desde el 18 de julio. Uno con hacha y cuchillo en un tren regional en Baviera y un atentado suicida con bomba en la localidad bávara de Ansbach fueron perpetrados por solicitantes de asilo presuntamente vinculados a la milicia terrorista Estado Islámico.