Cumple 18 años preso por el homicidio de uno que sigue vivo

  • En el colmo de la injusticia, el hombre purga condena por la muerte fingida que hicieron para cobrar seguro de vida de 1 millón 800 mil pesos
  • Involucrados agentes ministeriales, Ministerio Público, juez, magistrados y decenas de servidores públicos mexiquenses
  • Recibe protección del Protocolo de Estambul por tortura comprobada, pero hacen caso omiso y sigue preso

 

Grupo Puntual / José Contreras Contreras

ALMOLOYA DE JUÁREZ, México, 23 de Agosto de 2018.- Manuel Germán Ramírez Valdovinos cumple 18 años en prisión, acusado y sentenciado por el homicidio de un hombre que sigue vivo, disfruta de plena salud, anda feliz y contento en una ciudad de Estados Unidos de América, mientras que su familia, específicamente su padre, cobró su seguro de vida de 1 millón 800 mil pesos, lo que le cambió económicamente la vida.

El caso de Ramírez Valdovinos es el colmo de un sistema de justicia que evidencia fallas garrafales, como esta, en la que alguien lleva 18 años en prisión por la “muerte de un vivo”.

A Manuel Germán Ramírez Valdovinos lo detuvieron el 26 de mayo del año 2000, en el poblado de Tepexpan, municipio de Acoman, al oriente del Estado de México, cerca de la zona de las pirámides de Teotihuacán, la zona arqueológica más importante de México.

Los agentes ministeriales Miguel ángel Villanueva flores y David Rafael Flores García, al mano del comandante José Luis Mendoza Yáñez, lo aseguraron con lujo de violencia, prácticamente lo secuestraron, porque nunca le presentaron orden de aprehensión alguna, solamente lo sometieron a golpes, lo esposaron, lo subieron a la parte trasera de un automóvil, sin placas, con los vidrios polarizados, le taparon el rostro y lo siguieron golpeando, torturando, mientras lo llevaron a la agencia del Ministerio Público.

Ya en la central del Ministerio Público lo presentaron ante la agente Araceli Godínez Sánchez, quien supuestamente lo requería por homicidio. A pesar de gritos, lágrimas y expresiones de dolor entre las que trató de explicar que él no sabía de qué lo acusaban, la representante del Ministerio Público lo único que le respondió fue algo así como “cállate, tú eres un asesino”.

Pasaron las horas en un “separo” de la agencia del Ministerio Público, sin comer, sin beber líquido alguno, incomunicado, hasta que más de 24 horas después de su llegada, por fin le giraron la orden de aprehensión, la cual ahora sí le mostraron, y le informaron que estaba acusado de homicidio, de quien identificaron como Manuel Martínez Elizalde, a quien, por cierto, él si conocía, porque era hijo de un hombre al que su familia ayudaba económicamente porque “no tenía ni para dar de comer a su familia”.

Sin más, Ramírez Valdovinos fue ingresado en una penitenciaría del Estado de México, donde comenzó un largo peregrinar de un penal a otro, de un juzgado a otro, en audiencias interminables hasta que le dictaron sentencia por homicidio, a pesar de que toda presunta prueba que se presentó en su contra simplemente no correspondía con la realidad y menos con criterios científicos ni técnicos.

Por ejemplo, el cadáver que presentaron, supuestamente de Manuel Martínez Elizalde, era físicamente totalmente diferente a la supuesta víctima, color de piel diferente, 3 centímetros menos de estatura, y sin señas particulares específicas que los propios familiares habían expuesto ante el Ministerio Público como lunares, cicatrices, entre otras.

A pesar de cualquier esfuerzo por demostrar su inocencia, el entonces titular del Juzgado Tercero de lo Penal, en Toluca, Arturo Velázquez Méndez, lo sentenció a más de 40 años de prisión por homicidio.

Ya preso, gracias a familiares, supo una y otra vez que el supuesto “muerto”, Manuel Martínez Elizalde, llegaba a Tepexpan, municipio de Acolman, puntualmente a participar en las fiestas patronales, vivía unos días en la tremenda casa que su padre compró con el millón y medio de pesos que cobró del seguro de vida de su hijo “muerto”, y luego se iba de vuelta a los Estados Unidos de América, donde prácticamente se cambió de personalidad y apariencia física, aunque las señas particulares difícilmente se pueden borrar.

 

El Protocolo de Estambul

 

Este terrible caso de irregularidad judicial fue expuesto por la víctima durante los últimos 18 años a todos los jueces, magistrados y presidentes del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México sin respuesta alguna; ha girado cartas a todos los secretarios Generales de Gobierno y gobernadores que han dirigido los destinos de esta entidad, pero tampoco obtuvo respuesta.

Sin embargo, vía carta, sus súplicas llegaron ya a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, instancia internacional que dio entrada al caso, lo indagó y resolvió recientemente protegerlo mediante el Protocolo de Estambul, el cual representa el manual de investigación y documentación más efectivo sobre Tortura, Castigos y Tratamientos Crueles, Inhumanos o Degradantes que existe en el mundo.

El Protocolo de Estambul es el primer conjunto de normas internacionales para documentar la tortura y sus consecuencias, adoptado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para evitar irregularidades legales, como el caso de Manuel Germán Ramírez Valdovinos.

De acuerdo con el Protocolo, Ramírez Valdovinos será liberado, una vez que se gire la recomendación respectiva al gobierno de México, lo cual podría ocurrir en no más de un mes, pero además de la liberación del implicado, tendrá que haber sanciones para los involucrados en un proceso penal plagado de irregularidades, los autores de los actos de tortura a los que fue sometido desde su detención e ingreso a la penitenciaría para obligarlo a que se declarara culpable, lo cual nunca hizo.

También tendrán que ser señalados, por omisión, los servidores públicos de los Poderes Ejecutivo y Judicial del Estado de México que tuvieron conocimiento de estos hechos y que no hicieron absolutamente nada para evitar las injusticias, tortura, sometimiento y agresiones personales y familiares de las que fue víctima.

Por ejemplo, el personal de custodia del hoy Centro de Prevención y Reinserción Social de Almoloya de Juárez, donde continúa preso, provocó un aborto a su esposa, a la que sometieron a una revisión “exhaustiva” cuando intentó visitarlo en estado de embarazo.

“Además de tacto anal y vaginal, la pusieron de cuclillas más de media hora, hasta que ya no aguantaba porque el bebé se le estaba viniendo, ya cuando vieron que se puso mal, la dejaron pasar rápido, a verme, pero de tan mal que estaba se la tuvieron que llevar al hospital, donde abortó, gracias a todo lo que le hicieron”, relató la víctima.

Ramírez Valdovinos hizo un último llamado al gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, para que se entere del caso e intervenga de inmediato, para que se dejen de cometer tantas injusticias en contra de él y su familia, y que no se encubra a tantos servidores públicos involucrados en esta extraña historia del “asesino de un vivo”.

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