La directora del organismo Solange Huerta informó que alrededor de 865 niños murieron en los últimos once años mientras estaban bajo la tutela del cuestionado Servicio Nacional de Menores chileno.
Esas cifras superan todas las estimaciones de menores vulnerables fallecidos al amparo de ese servicio estatal, el cual ha sido cuestionado severamente desde que se conoció la muerte este año de la pequeña Lissette, quien murió en un hogar cuando debió estar hospitalizada y bajo cuidado siquiátrico.
Agregó que de ese grupo de 210, unos 113 tenían algún grado de discapacidad, 74 tenían menos de seis años, 131 tenían alguna enfermedad, 32 no estaban enfermos y que en 47 muertes la causa «no es concluyente». Todos los decesos se produjeron entre 2005 y junio de 2016.
El organismo está en la mira de una comisión de diputados oficialistas y de oposición que reflotaron las malas condiciones en que viven los menores en los hogares del ente estatal o en casas particulares que acogen a niños vulnerables por los que reciben cierta cantidad de dinero, en las que jueces han constatado múltiples deficiencias que van desde falta de personal especializado, de siquiatras, camas, problemas eléctricos constatados por investigaciones de jueces de familia.