Grupo Puntual / Alicia Rivera

El domingo 4 de junio, el Estado de México vivió una jornada que va más allá de la elección por la gubernatura, donde Morena se consolidó como el nuevo partido hegemónico en el país, afirmó el especialista electoral Bernardo Barranco.

Y esa consolidación modificará el tablero del poder, consideró el exconsejero electoral del IEEM, economista y maestro en sociología.

Remarcó que con la derrota de la coalición Va por México, concluyen 94 años de poder priísta y abre una nueva página en la historia del Estado de México.

No hubo mal que durara 100 años porque el cuerpo social no lo aguantó, aseveró y remató al decir que el grupo Atlacomulco tendrá que buscar otro paraíso para hacer negocios con la política y articular el poder con el dinero.

Sin embargo, el sociólogo reconoció que la alternancia que representa la maestra Delfina Gómez será un proceso complejo y conflictivo, pues no se trata de una un cambio de estafetas sino la mediación de una nueva cultura política.

Ahora, el tricolor deberá enfrentar un viacrucis, porque tendrá que desarrollar una estrategia de sobrevivencia.

En el PRI hay cansancio, pero se debe reconocer que Delfina ganó con el voto popular de un electorado desencantado y aún con las maniobras de los operadores políticos priístas y morenistas, triunfó la voluntad para edificar nuevas construcciones sociales.

Se avizoran cambios y reacomodos profundos en los estilos y los usos del poder. No basta la alternancia porque no es sólo la sustitución de un poder por otro.

El Estado de México debe aspirar una transición, apostar por mayores niveles de democracia, de participación ciudadana, de florecimiento de la sociedad civil y de libertad de expresión plena en los medios.

El cambio que los electores deseaban se concretó y por primera vez una mujer gobernará una de las entidades más complejas del país.

Delfina ganó con un amplio margen, aunque el alto nivel de abstención obliga a repensar narrativas, reflexionó el ex consejero electoral.

La elección del Estado de México fue la más vista y más seguida por el país y en el extranjero. Alejandra fue una candidata esforzada pero no le alcanzó para entusiasmar al electorado. El sello del PRI sepultó sus pretensiones.