LOS ESPACIOS REPRESENTAN NO SOLO UN RESGUARDO FÍSICO, SINO TAMBIÉN DE SANACIÓN Y RECONSTRUCCIÓN PARA LAS INFANCIAS
MIREYA AYALA

Con Motivo del Día del Niño y la Niña, la organización “Espacio Mujeres para una Vida Digna, Libre de Violencia”, destacó la necesidad de reforzar el apoyo institucional y social a los refugios donde se da atención y cuidados a las infancias que han sido víctimas directas de la violencia de género y familiar.
De acuerdo a la Red Nacional de Refugios, tan solo en el último año estos albergues salvaron la vida de 4,991 mujeres y 6,316 niñas y niños.
Cuando una madre logra ingresar con sus hijos a un refugio, comienza un profundo proceso de restitución de derechos. Se abre un espacio seguro donde niñas y niños pueden acceder, quizás por primera vez, a una alimentación adecuada, atención médica, asistencia psicológica, educación, juego y tiempo libre.
También se les garantiza su derecho a la educación, el acompañamiento emocional necesario y un entorno donde se promueve la crianza libre de violencia. Es, en palabras simples, un lugar donde la infancia vuelve a ser infancia.
Los derechos de los niños y niñas no son un privilegio, sino garantías protegidas por la Constitución Mexicana y por instrumentos internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño. Sin embargo, en muchos casos permanecen en pausa debido a la normalización de la violencia en el hogar.
Los refugios representan no solo un resguardo físico, sino también un espacio de sanación y reconstrucción para las infancias, donde se trabaja de manera integral para romper el ciclo de la violencia.