Visión Puntual

Por: José Contreras Contreras

Partidos políticos en extinción

La “partidocracia” que imperó en este país en las últimas décadas está francamente en crisis, a grado tal que se acerca irremediablemente a una transformación de fondo hacia un nuevo esquema en el que los partidos políticos, como formalmente los conocemos hoy en día, pudieran desaparecer para dar paso a un nuevo esquema de organización política.

Quizá pocos hayan observado que este país hoy es gobernador por una fuerza política que formalmente no es partido político, se trata más bien de una organización a la que convergieron distintas corrientes de pensamiento y que se agruparon en torno a la figura de un hombre, Andrés Manuel López Obrador, pero, a la fecha, todavía el Movimiento de Regeneración Nacional no cumple con todos los requisitos para considerarse partido político.

Y los que sí son partidos políticos están en franco proceso de extinción, desde los más insignificantes hasta el que antes fue mayoría absoluta en este país enfrentan serios problemas para mantenerse en la lucha electoral porque de repente se vieron ante la terrible realidad de dejar de ser los que más recursos recibían, vía prerrogativas, y también se quedaron sin apoyos gubernamentales que obtenían cuando eran mayoría en todos los niveles de gobierno.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) al tener menos gobiernos estatales, municipales y ya no ocupar la silla presidencial, se quedó técnicamente sin fuentes de financiamiento y las que le quedan ya no son suficientes para soportar la estructura que antes movilizaba, incluso gracias a programas gubernamentales de tipo social que en muchas ocasiones lo mantuvieron a flote cuando de gasto se trataba.

Partidos en extinción.

El mejor ejemplo de extinción interna se llama Partido Encuentro Social (PES), el cual llegó a ocupar carteras políticas en estados y municipios gracias al impulso de la coalición que integró junto al Movimiento de Regeneración Nacional y el Partido del Trabajo en la elección federal que ganó, y por mucho, el grupo aliado en torno a Andrés Manuel López Obrador.

Pero ni esos espacios le fueron suficientes al PES para soportarse como partido político, y, por el contrario, entró en un proceso que algunos han calificado como “purga”, la cual lamentablemente atraviesa por la violencia como método, y a la fecha ya son muchas las víctimas, incluso mortales, y otros más, como su ex líder estatal, Vicente Onofre, quien sobrevivió a un atentado que todavía no ha sido suficientemente explicado y el cual estuvo a punto de costarle la vida.

Pero el PES no solamente se desgranó a balazos, atraviesa otros procesos internos en los cuales francamente ha dejado ver su decadencia, como lo ocurrido en su representación ante la LX Legislatura local, donde ese partido político de la noche a la mañana se quedó sin cuatro legisladores, incluyendo su ex coordinador parlamentario, cuando desde algún lugar se invitó a la diputada Julieta Villalpando a hacerse cargo de la coordinación legislativa.

Se liquida el PES a balazos

Hoy el Partido Encuentro Social, como tal, solamente cuenta con dos diputadas en la Legislatura del Estado de México, lo que de facto le dejó sin todos los privilegios que se tienen cuando se cuenta con una fracción parlamentaria integrada por mínimo tres diputados, por lo que hoy anda por ahí, inexistente desde su representación nacional pues el Instituto Nacional Electoral ya decretó su extinción al no lograr por sí mismo el mínimo del 3 por ciento de la votación válida en cualquiera de las tres elecciones federales que se realizaron, de diputados federales, senadores y Presidente de la República.

Sin un registro nacional, con su dirigencia estatal desintegrada y enfrentada, incluso a balazos, dicen, y con la fracción parlamentaria disuelta y con plena intención de sus antes diputados de conformar otra fuerza política, la realidad es que el Partido Encuentro Social ya no existe, desapareció, se esfumó, y los representantes que le quedan por ejemplo en los cabildos mexiquenses, andan como “perros sin dueño” porque ya no saben ni para donde chutan, y en el mejor de los casos han preferido sumarse a lopezobradorismo, por lo menos en lo que encuentran una nueva opción, real, para seguir haciendo política.

En ese mismo sentido marcha el llamado Movimiento Ciudadano, antes Partido Convergencia, instituto político que si bien sobrevivió a la depuración de la pasada elección porque sí logró el 3 por ciento de la votación válida en la elección de diputados federales, y por lo tanto mantiene el registro como partido político nacional, muchos dicen que gracias a la exitosa campaña mediática que representó su tema electoral en voz del pequeño indígena que le aportó a los “naranjas, naranjas” más votos que cualquiera de sus candidatos.

Fracturados

Sin embargo, pese al registro, los del Movimiento Ciudadano simplemente están rotos, resquebrajados. Su dirigencia nacional continúa siendo una especie de franquicia que funciona nada más para su dueño, aunque formalmente realizó en diciembre pasado una asamblea “democrática” en la que designaron como coordinador nacional a Clemente Castañeda Hoeflich, el cual, por supuesto, no va ni al sanitario sin que el dueño del partido se lo ordene.

Pero a nivel estatal las cosas están peores, se supone que el coordinador estatal es Ignacio Samperio, quien solamente él se cree que coordina a alguien, pues más de la mitad de la militancia de ese instituto político tiene más de dos años que ya no le pertenece y ahora es encabezada por personajes como Abraham Águila Abiud, quien mantiene una disputa legal por la dirigencia del partido naranja.

La mejor muestra del rompimiento del Movimiento Ciudadano se dio precisamente en la pasada elección coincidente del Estado de México, donde la llamada dirigencia alterna y la mayoría de la militancia decidió apoyar a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, mientras que la dirigencia nacional mantuvo la supuesta coalición con el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática.

El Movimiento Ciudadano hoy solamente vive del nombre, de la franquicia de la que hablamos antes, de un registro nacional que le garantiza la sobrevivencia financiera vía prerrogativas, pero que como fuerza política es algo menos que excremento de perico: “ni huele ni hiede”.

El PRI en disyuntiva

Pero si eso pasa con los llamados partidos “chicos”, no se puede decir nada mejor de los “grandes”, y para muestra lo que hoy sucede con el Partido Revolucionario Institucional, cuyo futuro pende de un hilo, muy delgado, por cierto, pues la costumbre superó a su capacidad real de hacer política.

Como ya lo dije el PRI perdió su capacidad de financiamiento, y, pese a lo que se diga o se intente hacer creer, su crisis interna llega a grado mayúsculo, hasta el punto de ponerse a rentar las instalaciones de sus principales organizaciones, edificios emblemáticos que antes lucían abarrotados de personas que iban y venían haciendo política, y los cuales se están poniendo a disposición del mejor postor simplemente porque ahora están vacíos.

El PRI tuvo que correr ya a más de tres cuartas partes de lo que antes era su estructura política para sacar adelante sus actividades mínimas con el menor número de manos posibles.

Le peor crisis

En el Comité Directivo Estatal mexiquense, por ejemplo, el PRI pasó de unos mil 500 empleados a menos de 50, quienes pareciera que únicamente se esfuerzan por aparentar que todavía hay ahí movimiento político.

¿Y dónde fueron a parar todos los que antes trabajaban en el PRI mexiquense? Pues si lo único que sabían hacer era política y movilización electoral, a lo que se dedicaron décadas, es lógico suponer que buscaron seguir haciendo lo mismo, y lo hacen, pero bajo otras siglas, la mayoría al amparo del Movimiento de Regeneración Nacional, unos de manera formal y otros por fuera, pero todos andan ahí sumados a la llamada Cuarta Transformación, no porque hayan renunciado a la ideología que los formó y auspició, sino por un inminente principio de sobrevivencia.

Le dirigencia que actualmente encabeza Alejandra del Moral Ávila ha tenido que aprender a hacer las cosas casi con mano propia, porque se le acabó el ejército de colaboradores, las mieles del poder que le permitían a ese instituto político movilizarse como una gran ola roja cada vez que había elecciones. Ahora ya no hay ni siquiera quien acomode sillas en los eventos y ni siquiera quien convoque a las “masas” a los actos públicos, por lo que éstos son cada vez menos frecuentes y también menos concurridos.

El PRI mexiquense depende hoy más de lo que suceda con el próximo cambio de su dirigencia nacional, de que ese proceso salga bien y que le alcance a “salpicar” algo de buena vibra para que el ajuste a nivel estatal se lleve a cabo en el mejor de los términos, sin fracturas notables, pues si ese partido político se termina de resquebrajar  en la próxima elección de la dirigencia mexiquense, difícilmente habrá marcha atrás en el proceso de extinción que irremediablemente parece invadir a la mayoría de institutos político del país.

¿Asalto o malentendido?

Desde el sábado por la mañana trascendió que la casa del secretario General de Gobierno del Estado de México, Alejandro Ozuna Rivero, había sido víctima de la delincuencia.

De acuerdo con la versión que nadie quiso confirmar, la casa ubicada en el fraccionamiento Los Encinos, de Lerma, fue asaltada, como antes ocurrió con otras viviendas en el mismo conjunto residencial, donde, por cierto, entrar o salir es toda una proeza por las medidas de seguridad que se mantienen como protocolo ordinario para los visitantes.

Sin embargo, el propio responsable de la política interior del Estado de México aclaró la tarde el lunes que no fue cierto, que se trató de un malentendido, que su casa y su familia está bien, afortunadamente.

Los malpensados se apresuraron a suponer que más allá del hecho delictivo, que sí habría ocurrido, el secretario General de Gobierno, Alejandro Ozuna Rivero, dio muestra de lealtad institucional al salid a acallar esas versiones, con el único objetivo de no contribuir más a la percepción ciudadana de inseguridad que, según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), va en aumento en esta entidad.

Es lógico pensar que si el hecho se hubiera reconocido públicamente, la primera señalada sería la titular de la Secretaría de Seguridad del Estado de México, Maribel Cervantes Guerrero, a quien propios y extraños piden cuentas sobre los resultados que en materia de prevención del delito prometió desde su arribo, lo cual, a la fecha, parece que no son lo que se ofreció.

¿Aclaración o caballerosidad?

De verdad hacemos votos para que en realidad la casa y pertenencias del licenciado Alejandro Ozuna Rivero estén a salvo, es un hombre verdaderamente bueno que no merecería haber sido víctima del delito, como sí ocurre desafortunadamente con cientos de mexiquenses todos los días.

Si la versión tuvo o no fundamentos ciertamente nadie lo puede asegurar porque no hay versión oficial al respecto.

Esperemos que, por lo menos en este caso, los buenos propósitos de la titular de Seguridad Pública de esta entidad hayan dado los resultados deseados y no haya motivo que lamentar.

Y si en realidad Ozuna Rivero tuvo que absorber el impacto negativo de la delincuencia, como muchos lamentablemente en esta entidad hemos tenido que hacerlo, pues queda más que claro el extraordinario tamaño de esa persona que es capaz de cualquier cosa con tal de mantener el orden interior de esta entidad. Ojalá hubiera muchos más como él.

La última y nos vamos…

Ya hacía falta una noticia de tal magnitud para el sector salud del Estado de México. El gobernador Alfredo del Mazo Maza anunció ayer, en el municipio de Morelos, que en los próximos tres años se rehabilitarán de manera integral los mil 221 centros de salud de primer nivel que hay en el Estado de México.

En plena crisis hospitalaria, cuando el gobierno federal hace al parecer todo lo posible por dejar a los mexicanos sin servicios médicos de calidad, cuando sepultó de un plumazo el programa federal Seguro Popular, gracias al cual sobrevivían miles de mexicanos de escasos recursos económicos, en realidad cae como gota de miel una noticia de tal envergadura.

Al rescate de la Salud

Aunque el mandatario mexiquense no entró a los detalles sobre cuánto va a costar ese esfuerzos, de dónde van a salir los recursos y bajó qué esquema de financiamiento se llevará a cabo una acción de tal magnitud, la verdad es que es una noticia alentadora la idea de poder contar nuevamente con infraestructura médica de calidad en esta entidad.

Como se recordará, la administración estatal anterior se encargó de desmantelar el sistema de salud mexiquense, con maniobras tan sucias como la retención de impuestos y cuotas a sus trabajadores y el no pago de las mismas a los institutos a los que correspondía, como el Sistema de Administración Tributaria (SAT), ISSSTE y FOVISTE, al tiempo que casi por arte de magia comenzaron a desaparecer aparatos médicos, los insumos hospitalarios y las medicinas.

Ahora, dijo Alfredo del Mazo, después de este programa de rehabilitación integral, los mexiquenses podrán contar con infraestructura hospitalaria de primer nivel, personal médico y de enfermería suficiente, insumos hospitalarios, tecnología y abasto de medicinas, que es lo que urge a miles de mexiquenses que enfrentan enfermedades crónico degenerativas que requieren de tratamientos de largo alcance, los cuales resultan inalcanzables para las mayorías de esta entidad.

Rehabilitar el sistema de salud del Estado de México podría ser el principal logro de la actual administración estatal, con Alfredo del Mazo Maza al frente, pues, si se concreta en los términos que él lo anunció, sería salvar la vida, en los hechos a miles de mujeres y hombres de esta entidad que carecen de lo necesario para acercarse a un servicio privado de salud, aunque sea el que ofrecen las farmacias de medicamentos similares.

Se trata de un reto de tamaño formidable, pues dicho por el propio Del Mazo Maza, “el Estado de México tiene el sistema de salud más grande del país, con casi 24 mil médicos y 33 mil enfermeras y enfermeros, que atienden a los más de 17 millones de mexiquenses, donde se ofrecen anualmente más de 40 millones de consultas”.

Confiemos en que este objetivo se convierta en realidad para todos quienes esperan con ansias poder llegar nuevamente a un hospital digno, limpio, con afanadoras trabajando, donde sí haya médicos y enfermeras disponibles, tecnología y capacidad de respuesta a los peores medicamentos, algo así como lo que se disponía antes del terrible desmantelamiento del sector salud mexiquense que nos dejó Eruviel Ávila Villegas y su secretario de Salud, César Nomar Gómez Monge.

La salud es un derecho humano fundamental por el cual las autoridades federales, estatales y municipales están obligadas a velar, y qué bueno que por fin haya alguien que le entre al toro, enfrente la grave situación que hoy se vive en los centros de salud, y se comprometa a devolverles dignidad y operatividad en beneficio de millones de mexiquenses que lo requieren. ¿O no?

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