EL PAÍS HOY

Ernesto Soto Paez

El Peje, un ser mitológico falaz

De pura sepa priista, de origen tabasqueño que lo traiciona al hablar, Andrés Manuel López Obrador, conocido mundialmente como El Peje, un pez nativo del sureste de la República Mexicana, busca por tercera ocasión la Presidencia de México, y para ello, como si ya presintiera que en dos años va a ser derrotado, desde ahora intensifica sus ataques contra quien se le paran enfrente, no importándole que sean falsedades y hasta ofensas lo que vocifera.

El Peje, un animal acuático prehistórico, en peligro de extinción por cierto, es el nombre de batalla de López Obrador, un candidato priista en sus inicios políticos, que se fue al PRD cuando nacía y que creció al amparo del hijo del general Cárdenas, Cuauhtémoc, líder del partido del sol, al que el voto popular le favoreció ciertamente. Él se dijo atracado, término muy de su lugar de origen, pero el sufragio nunca le fue decisivo para ser presidente.

A cambio de ser un hombre falaz, porque nunca puede sostener sus acusaciones, López Obrador, tiene un gran carisma entre la población y, sin duda, logró hacer del PRD un emporio legislativo, hombro con hombro, con Cuauhtémoc Cárdenas y hasta se podría afirmar que lo desplazó de la cúspide del PRD, pero para lograr sus objetivos, desacredita a sus rivales con palabras huecas y no puede sostener sus acusaciones, pero la gente le cree y hasta lo idolatra.

Es también un hombre al que poco se le ha podido comprobar, en cuanto a malas artes. Se le ha tildado de criminar, qué mató a un rival deportivo con un pelotazo en la nuca, que mando a golpear a una secretaria y que a resultas de ello murió. Se le ha acusado de zoofílico, pero sin pruebas contundentes, al igual que él cuando acusa al presidente en turno, a Pemex y ahora al Ejército Mexicano.

Ha vivido muchos años en la Ciudad de México, tantos que ya debió haberle desaparecido el tono tabasqueño, pero López Obrador lo mantiene, se supone que es cuestiones políticas. Hablar como los citadinos no le darían esos tintes de luchador social pueblerino. Sus frases lapidarias contra sus rivales en turno tienen, a veces, un cierto candor de su tierra: “cállate chachalaca”, “es un complog en mi contra”, pero le son favorables.

A veces no piensa lo que va a decir, pero lo dice y cuando lo piensa pierde esa espontaneidad. Es capaz de acusar de contubernios, de corruptelas, de malos manejos del gobierno mexicano a favor de otros, pero hasta ahí llega, pues cuando vienen los reclamos para que confirme sus dichos, recurre a una serie de laberintos verbales que suenan a excusas y hace la víctima.

Sin embargo, ha dejado huellas en Iztapalapa, con la ayuda a los hombres de la tercera edad, apalancó al PRD y lo volvió un emperio para sí. En el entonces Distrito Federal sus campañas de ayuda a los ancianos, mujeres y niños, las volvió votos efectivos hasta la fecha, y cuando lo defenestraron del gobierno de la ciudad, volvió la afrenta en victoria. Ahora con Morena piensa tumbar al PRD de la Ciudad de México y pudiera ser que así sea, pero queda la duda porque a veces le traiciona su carácter y sus decires, a veces feroces le quitan votos.

Hoy, El Peje, pareciera que tiene todo para hacerse del poder presidencial, fundó su propio partido: Morena y allí lo es todo, pues de la nada logró hacer la primera fuerza, hasta ahora, de su instituto político. Sus seguidores le aman, lo tienen como una firme esperanza para que el país cambie. Él, en tanto, se asume como único, vocifera bondades; es como un mesías tropical que liderando a sus seguidores ya se cree presidente, pues aunque no lo ha dicho así, se asume como un predestinad, el cual sólo falla cuando miente.

E-mail: sottopaeze@gmail.com

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