RED POLITICA

Mario Alberto Falcón Correa

Los “usos y costumbres” del fin de sexenio

La corrupción es un fenómeno con mil rostros. El más conocido es al representado por las raterías de malos servidores públicos, cuyas insultantes fortunas surgen de la noche a la mañana.

Pero no es la única ni la más dañina versión de la corrupción. Lo es también el ilegítimo reparto de concesiones, de privilegios y de prevendas, como pago de favores, premio al influyentismo o compensación por complicidades.

Sin el menor rasgo de ética política, el pasado fin de semana se asignaron once nuevas notarías –un lucrativo negocio de por vida- a personajes sin historial jurídico ni méritos profesionales en una disciplina que les es desconocida, pero con buenas calificaciones en otros menesteres.

Los nuevos fedatarios son: el millonario Erasto Martínez, eterno operador financiero del Jefe del Ejecutivo en el Ayuntamiento de Ecatepec, en el PTI y en el gobierno estatal.

Héctor Javier Astudillo Calvo, guerrerense e hijo del actual gobernador de esa entidad,

Gustavo Hernández, estrecho colaborador de Humberto Castillejos, quien recientemente dejó la oficina Jurídica de la Presidencia de la República para buscar la primera Fiscalía Anticorrupción a nivel nacional, aunque oficialmente se diga que dejó el importante cargo para regresar a la academia.

También alcanzó premio el exdiputado del PVEM, Alejandro Agundis, con muchos méritos con sus servicios al poder en turno desde las filas legislativas.

La generosidad gubernamental también tiene características plurales y en ese entendido, las panistas Lorena Gárate y Luz María Angélica Alatorre con los siguientes méritos. Lorena es hija de Francisco Gárate, influyente actor panista actualmente representante de ese partido en el INE y la segunda, pues ni más ni menos, ser la esposa del tormentoso y aguerrido Ulises Ramírez,

Completa el cuadro el perredista Omar Martínez, hermano de Octavio Martínez, secretario de asuntos electorales del CEN del PRD, exdiputado local, federal y exregidor de Ecatepec.

Hasta hace unos años, el Notario Público era todo un personaje. Con elevado nivel cultural, con impecable y brillante trayectoria como jurisconsulto, como persona de buena fama pública y de honestidad a toda prueba.

En base a estos atributos, la sociedad y el poder le concedían el privilegio de la fe pública en actos relevantes de la vida cotidiana y del quehacer público.

Lamentablemente las decisiones políticas no contribuyen a mantener y fortalecer esa imagen-

Una patente de Notario debiera obtenerse mediante un proceso de oposición y sustentarse en una buena trayectoria personal y profesional.

Así se reduciría el riesgo de cancelar patentes por actos de corrupción como los ocurridos en el Estado de México hace algunos meses y el Colegio de Notarios dejaría de ser una triste figura decorativa.

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