Visión Puntual

Por: José Contreras Contreras

La política del caos

 

En 45 días los mexicanos hemos conocido la forma de gobernar de quien aspiró muchos años encabezar la administración pública federal de este país, cuyos aciertos y errores parecen más cercanos a una máquina generadora de conflictos que de soluciones; una gestión más política que administrativa, en la que hemos visto discurrir una gran columna de problemas y pocas, muy pocas respuestas a los mismos.

Hoy los mexicanos, por lo menos en 17 entidades, estamos sumidos en un conflicto mayúsculo por un erróneo abasto de combustibles que tiene realmente de cabeza a los sectores productivos.

Alguien olvidó decir al Presidente de México cómo se organizaba y ejecutaba una de las funciones públicas más importantes en esta y en cualquier nación: el aprovechamiento cabal y distribución oportuna de energéticos para impulsar las actividades económicas.

Erróneamente algunos “literatos” señalan como el “líquido vital” al agua potable, lo cual es falso, pues el único líquido vital que existe para el hombre es su propia sangre; sin embargo, hablando de economía, los combustibles, llámense gasolinas y diésel, sí resultan líquidos vitales para el funcionamiento del aparato productivo.

Para que el más pequeño negocio de este país funcione adecuadamente se necesita gasolina o diésel para que el vehículo que le surte de mercancías llegue hasta ahí. Ni las más grandes empresas trasnacionales, como Coca-Cola pueden funcionar si sus vehículos de distribución no cuentan con combustible para moverse.

Esa cadena se repite en todos, absolutamente todos los productos y servicios que requiere la sociedad para su subsistencia, por lo que los combustibles sí son líquidos vitales para la economía nacional, como para cualquier país del mundo.

Todo lo que la falta de combustibles ha puesto de manifiesto en el país.

Por eso, la situación que actualmente se enfrenta llama poderosamente la atención, más cuando existen evidencias de que el caos no surgió de manera espontánea, sino que éste fue premeditadamente causado. Y ni no hubo premeditación, peor aún, pues de lo que se trata es de un garrafal error de cálculo de una administración que tiene la obligación de velar por el buen cauce de la economía mexicana.

La forma de hacer política de la actual administración federal tiende a dividir a la sociedad mexicana entre “buenos” y “malos”, en una forma de hacer las cosas en las que pareciera que los que aplauden las decisiones del nuevo gobierno son automáticamente colocados en la fila de los “buenos”, mientras que quien se atreve a cuestionar o se dedica a sacar a la luz pública los errores y sus causas son, también en automático, colocados en el grupo de los “malos”.

Ser crítico, entonces, hoy en día equivale a ser “malo”, y entonces hay que ser “aplaudidor” si se desea estar en el grupo de los “buenos” a los que, a cambio, el autollamado Gobierno de México ve con muy buenos ojos y tiene para ellos condescendencia que roza en el “consentimiento”.

A riesgo de caer en el grupo de los “malos”, la verdad es que asumo la responsabilidad de convertirme en canal de expresión de decenas, tal vez cientos, de ciudadanos mexicanos con los que en los últimos días he tenido la valiosa oportunidad de conversar, sí, precisamente en la fila de formados en espera de que la “gracia” del gobierno federal surta las gasolineras para acceder a combustible, incluso limitado.

No todos están de acuerdo con lo hecho supuestamente por el Gobierno de México para enfrentar el problema del robo de combustibles. Hay muchos que aplaudimos, así, textual, aplaudimos que una autoridad se faje los pantalones y se enfrente a los grupos delictivos más importantes del país, porque quienes roban o robaban combustibles son eso, delincuentes, de facto, que ponen en riesgo uno de los recursos más importantes de esta nación, el petróleo y su derivados.

Sin embargo, no todos estamos de acuerdo en la forma en como esto se lleva a cabo, pues existe un sentir, creo que comprensible, acerca de la dimensión del remedio, donde evidentemente olvidaron el principio de que la medicina nunca debe ser ni más dolorosa ni más cara que la enfermedad.

Estamos sumidos en una situación de crisis, aunque lo reconozca o no la autoridad federal, y en este momento tan difícil para muchos mexicanos valdría la reflexión de cuántos caminos habría al alcance de la autoridad para intentar llegar al mismo objetivo, en este caso el combate al robo de los combustibles.

En las últimas mañanas hemos escuchado con atención a nuestro Presidente de la República, porque nos guste o no eso es el licenciado Andrés Manuel López Obrador, quien ha dicho cosas como que se tienen identificados a ex funcionarios, ex alcaldes, ex diputados y muchos personajes más, quienes presuntamente estarían relacionados de forma directa o indirecta con el robo de combustibles.

Entonces la pregunta es simple: ¿si ya saben quiénes son, por qué no los detienen y procesan penalmente?

También han dicho en repetidas ocasiones, no solo el Presidente de México, sino algunos de sus colaboradores cercanos, que hay casos fundamentados de lavado de dinero proveniente del robo de combustibles. ¿Entonces por qué la autoridad fiscal de este país no actúa en contra de esas personas, entidades o empresas que ya están vistas en esa actividad ilícita?

Peor aún, en la práctica, dicen que cerraron los ductos de Petróleos Mexicanos porque los delincuentes los perforan y extraen ilegalmente el combustible. Me pregunto yo si no alcanzamos todos los mexicanos de bien para formar una cadena humana y vigilar lo largo de esos ductos para garantizar que esos líquidos vitales para la economía nacional lleguen con bien a su destino.

Si lo que el Presidente de México quiere es respaldo social para las medidas enérgicas que dicta para el combate del robo de hidrocarburos, creo que es la mejor oportunidad que tenemos los mexicanos para demostrar que estamos en la frecuencia de combatir el delito, la ilegalidad, la corrupción que tanto pregona, y entrarle hasta a los puñetazos con tal de romperle el hocico a quien se atreva a robarse nuestra riqueza petrolera.

Sin embargo, en realidad no es el caos lo que permitirá a este país superar un grave problema como lo es el robo de combustibles, hay alternativas, hay tecnología, hay recursos incluso militares para enfrentar una “guerra” como la iniciada por el Gobierno de México en contra de esta vulgar expresión de ladrones.

Hago en verdad votos porque, con base en la experiencia de estos días, el Gobierno de México tenga la capacidad de análisis que se requiere para rectificar una medida que salió demasiado cara para todos los mexicanos.

Respaldo hay, pero lo que falta también es prudencia cuando se trata de buscar una solución inteligente a un problema mayúsculo como ese, el robo de combustibles.

No deseo ni pensar qué seguirá para enfrentar otros problemas que arrastramos los mexicanos desde años atrás, no me imagino que comencemos a matar a policías que incurran en corrupción o que le tomemos la palabra a “El Bronco” y le corten las manos al que sea sorprendido en actos de corrupción.

Sí se necesitan medidas de fondo, firmeza, mano dura, incluso, pero todo eso mezclado con un poco de cerebro y sensibilidad social.

La política del caos es un viejo recurso que utilizaron personajes como Adolfo Hitler para impulsar la reacción social drástica en contra de una parte de la sociedad alemana, y favorecer un régimen político que luego causó más problemas que beneficios para la humanidad en general.

No se debe apostar al caos para la solución de los grandes conflictos sociales, económicos y políticos que enfrentamos los mexicanos, algunos heredados de otros gobiernos de diferentes colores.

Cada hora que pasa en esta crisis derivada de la escasez de combustible, cualquiera que sea la causa real, no dejo de pensar cómo le irá a hacer la nueva administración federal para enfrentar el problema del narcotráfico en México, igual o más grande y peligroso que el asunto del robo de combustibles. ¿Pensarán matar a todos los que sean sorprendidos en un sembradío de marihuana o amapola? ¿Intentarán bloquear los cauces naturales y artificiales que utilizan los narcotraficantes para regar sus plantíos? ¿Quizá envenenen ríos, lagos y lagunas utilizados por los narcotraficantes? ¿Volarán con dinamita todos los caminos y brechas por donde se lleva a cabo el trasiego de drogas al interior de la República Mexicana y con dirección al vecino del norte?

Crear caos para cosechar respaldos y aplausos a favor de las causas políticas tiene un alto riesgo. Vale la pena recapacitar y sensibilizar a la autoridad democráticamente electa sobre los efectos que este tipo de decisiones pueden tener. Estamos a tiempo de revertir el lío.

 

De la acción a la inacción

 

Este asunto de la escasez de combustibles y sus consecuentes efectos en la sociedad se está volviendo también en un factor político sumamente importante que, para quien lo sepa aprovechar, podría ser prácticamente el trampolín que todos buscan para consolidar sus proyectos personales o de partido.

La cris de los combustibles está poniendo de manifiesto ante el potencial electorado la capacidad de cada quien para enfrentar un problema de tan grave dimensión.

Hay quienes lo saben, están conscientes de esta situación y seguramente sabrán aprovecharlo a cabalidad, mientras que otros que hasta hace poco se decían “expertos” y muy “buenos políticos” se han quedado peligrosamente con los brazos cruzados, o con las manos en los bolsillos, así como viendo para el cielo esperando que de allá baje alguna solución.

La mayoría de gobernadores y presidentes municipales de este país parecen haberse quedado estáticos ante la crisis.

En el Estado de México el mandatario Alfredo del Mazo Maza parece que brincó a tiempo en busca de contribuir a la solución del grave problema energético que ya enfrentan los casi 17 millones de seres humanos que él gobierna.

Casi en automático anunció que había hecho contacto con el titular de Petróleos Mexicanos, quien, aseguró, se comprometió a enviar miles de litros de gasolinas para enfrentar la escasez, declaración que, por cierto, causó un gran impacto, positivo, entre amplios sectores de la sociedad del Estado de México, porque muchos creímos en esas palabras y consideramos que sería una ruta de solución para el problema que se enfrenta.

Sin embargo, de esa declaración al día de hoy pasó ya una semana y desafortunadamente nadie ha dado seguimiento a lo dicho, por lo menos para que alguien capaz explique ¿cómo llegarán al Estado de México esos miles de litros de gasolinas? ¿Bajarán acaso del cielo? ¿Brotarán de los mantos del subsuelo? ¿Los traerá cargando alguna entidad tipo Súperman o esperaremos a que Dios nos haga el milagro?

El asunto quedó en declaración, por lo menos hasta el momento, pues de ese momento y hasta la fecha no existe algo que nos permita observar que se trató de algo serio, de alguna medida operativa real que nos ayude a palear por lo menos la grave escasez de combustible que se enfrenta en el territorio del Estado de México.

Por su parte, el presidente municipal de Toluca, Juan Rodolfo Sánchez Gómez, se apuró a saltar al ruedo, quizá como forma de aprovechar la “ola”, o en busca real de una alternativa de solución para sus gobernados; sin embargo, su intención ha quedado prácticamente solo en eso, pues ha puesto al descubierto que existen “muchos” interesados en que su estrategia no funcione.

Sánchez Gómez rentó pipas privadas para ir a traer combustibles a donde se supone que sí hay, pero le han puesto todas las “piedritas” posibles para que eso no funcione. Desde empleados sindicalizados de Petróleos Mexicanos que se oponen a que alguien les quite el “negocio” del traslado de combustibles, hasta verdaderos delincuentes que le han perforado en dos ocasiones intencionalmente el ducto que surte de Tula, Hidalgo, a la estación de almacenamiento de Toluca, hasta verdaderos “piratas” estilo la película futurista de Mad Max que secuestraron por lo menos uno de los carros tanque que pretendían llegar a Toluca con gasolina.

“Piensa mal, y acertarás”, reza el conocido refrán, por lo que habemos algunos mal pensados que a estas alturas del partido nos parece que la propia paraestatal, Petróleos Mexicanos, tuviera algún interés mal sano en que la situación simplemente no se resuelva, quizá hasta que alguna “voz divina” les dé la instrucción de que dejen de causar la escasez.

La intención del alcalde de Toluca parece buena, incluso podría creerle que apartada de objetivos políticos y electoreros, pero es evidente que hay “fuerzas” mucho más poderosas que un humilde alcalde mexiquense que insisten en alejar cualquier alternativa de solución.

Hagamos votos por que la situación se resuelva pronto, que los efectos secundarios como la escasez de alimentos e insumos de primera necesidad no se agudice en las horas por venir, pero, sobre todo, para que esta situación no cobre víctimas, incluso de carácter político, no vaya a ser que la bomba le explote en las manos a alguno que otro que tenga intención de mantenerla controlada.

 

La bomba de humo

 

Si alguien provocó todo este lío para ocultar otros problemas del país a los que poco a poco se les ha perdido la atención, pues le está resultando muy bien, porque francamente en la sociedad el único tema que está en sus cabecitas es precisamente el de buscar combustibles o llegar a sus destinos por vías alternativas, como debiera ser un transporte público eficiente.

Sería muy larga la lista de asuntos relevantes que han quedado en el archivo por esta situación de la escases de gasolinas y diésel, y solo para hacer tantita memoria, valdría la pena revisar, por ejemplo, qué pasó con la reconstrucción de inmuebles privados, públicos, religiosos y escolares afectados por los sismos del 19 de septiembre de 2017.

También habría que recordar, si de lucha contra la corrupción se trata, de qué pasó con los señores jueces y magistrados que se niegan a ganar menos porque ellos dicen que lo merecen todo, comenzando por hacerse millonarios a costa del erario público.

Sería también necesario que alguien nos diga dónde quedó el otrora poderoso partido político Revolucionario Institucional ante una situación tan grave como la crisis de combustibles que enfrentan los mexicanos. Criticando no resuelven mucho, más bien valdría la pena alguna ruta de solución, sobre todo viniendo de ellos que se supone tienen mucha experiencia en el manejo de Petróleos Mexicanos, empresa que, dicen, saquearon de lo lindo.

 

La última y nos vamos…

 

Dicen, quienes saben, que la guillotina comenzó a afilarse en la Cámara de Diputado del Estado de México. La Contraloría del Poder Legislativo mexiquense prepara un dictamen que sacará chispas. Se trata nada más ni nada menos de una larga lista de ex presidentes municipales de esta entidad que tienen cuentas pendientes con el erario público.

Los términos que la ley ofrece para resolver “faltas” e “inconsistencias” en los procesos de entrega-recepción se agotarán en unos días más, y a partir de ese momento podría activarse ese “plan” en el que, se asegura, más de una veintena de ex presidentes municipales podrían verse en aprietos.

Edgar Olvera Higuera, hoy diputado local, quien fungió como presidente municipal de Naucalpan de Juárez, encabeza la lista de los “candidatos” a la guillotina. No es un secreto que ese municipio encabeza la lista de los más endeudados del Estado de México, al cual le será casi imposible aclarar la situación financiera heredada a la actual presidenta municipal Patricia Durán Reveles.

Pero hay más, muchos más. Otro que suena fuerte en esta situación es el medallista olímpico Víctor Estrada Garibay, quien llegó a ser presidente municipal de Cuautitlán Izcalli vía el extinto partido Nueva Alianza, al cual, por cierto, luego traicionó y dio la espalda. Al experto en artes marciales le están también integrando una larga carpeta de anomalías administrativas que están sustentando gracias al arqueo ordenado por la nueva administración de esa localidad.

En el Valle de Toluca, José Eduardo Neri Rodríguez, ex presidente municipal de Capulhuac, encabeza la lista de “aspirantes” al Centro de Prevención y Reinserción Social de Almoloya de Juárez, también implicado en manejos financieros, por lo menos deficientes, que hicieron incluso que los empleados municipales sigan demandando sus dos quincenas del mes de diciembre del año 2018, aguinaldos y todas las prestaciones laborales.

El asunto se va a poner bueno, puede usted estar seguro, ya solo es cuestión de unos días más para que este nuevo escándalo político domine el escenario local. Esperemos que para entonces la crisis de las gasolinas ya se solucione y se dé paso a una verdadera acción de combate a la corrupción. ¿O no?

Deja un comentario

Nombre y Correo obligatorios (Tu correo electrónico no será visible).