Visión Puntual

Por: José Contreras Contreras

Se cimbra el Issemym

 

Hasta hace no mucho tiempo el Instituto de Seguridad Social del Estado de México fue ejemplo nacional de seguridad social en su más amplia expresión. Su antecedente, el Instituto de Pensiones del Estado de México marcó un antes y un después en la historia nacional. Textual. La entidad mexiquense fue la primera en el país en contar un respaldo de esa envergadura para sus empleados, lo que los puso en un primer momento, al final de la década de los sesentas, como los mejor pagados y mejor protegidos de entre los mexicanos.

Las distintas etapas históricas que vivió el Issemym tuvieron de todo, a favor y en contra, pero por lo menos sus primeros treinta años fueron de esplendor, de consolidación y de un gran desarrollo a favor de los trabajadores.

Aquí, en el Estado de México, se generaron esquemas de protección social para los trabajadores que fueron considerados de vanguardia en la República Mexicana, y de hecho se copiaron a nivel federal y después en diversas entidades del país.

Luego vinieron los años difíciles, uno, provocados por las recurrentes crisis económicas que atravesó México, de las cuales por supuesto no estuvo exento el Estado de México, y segundo porque la cantidad de jubilados y pensionados fue en aumento, mientras que el número de personas cotizantes al instituto fueron a la baja, o en el mejor de los casos se mantuvieron por algunos años, la cantidad de los que se retiraron del servicio activo fueron en aumento.

Al invertirse la lógica de la pirámide poblacional el Issemym entró en problemas y fue cuando vino el desbalance de las finanzas, a lo que hay que agregar en las últimas décadas los manejos financieros poco acertados de un grupo de discípulos de Luis Videgaray Caso que dieron al traste con las cuentas del instituto.

También hay un reflejo directo de las “tranzas” de ayuntamientos, sistemas municipales DIF, organismos descentralizados de agua potable y saneamiento, entre otras instituciones, a las cuales un día les vino la brillante idea de retener las cuotas del Issemym a los trabajadores, pero ya no entregarlas al instituto.

Como en la ley no existe un apartado específico que prevea sanciones para quien incurra en esas prácticas; es decir, cobrar las cuotas del Issemym pero no pagarlas, pues a muchos se les hizo fácil esa maniobra y cada vez fueron más los que se fueron quedando con esos recursos, y por supuesto el Issemym se quedó sin los mismos.

Hay quien asegura que ex directores del Issemym se hicieron ricos negociando precisamente esa entrega de cuotas de ayuntamientos y otros organismos, pues el “convenio” era muy simple, “tú no las pagues y yo no te las cobro”. Obvio, teniendo de por medio una “mochada” de tal transacción, en el más amplio sentido de su definición.

En la última década pasaron por la Dirección General del Issemym algo así como cuatro o cinco titulares, todos de la misma rama: “Made in Videgaray”, todos con sello de “magos financieros”, todos con el mismo propósito de reordenar las finanzas del instituto, pero todos también con el común denominador de haberse ido de esa posición fracasados en la meta, pero con las maletas bien llenas.

Nadie fue capaz de reconvertir el esquema financiero, y al que mejor le fue en el último de los casos fue quien logró que le aprobaran, tanto el Consejo de Gobierno, como los entonces diputados afines de las mayorías priistas, que incrementaran las cuotas a los trabajadores al servicio del Estado y municipios, pero el problema fue que ni así lograron sacar del hoyo al Issemym.

Las cosas siguen igual, o quizá peor, porque cada día que pasa el Issemym es más pobre, pero también más corrupto, y las autoridades que dejaron de entregar en tiempo y forma las cuotas que retienen a sus empleados nunca cambiaron su actuación. Hoy hay quienes entraron en la etapa del cinismo de “debo, no niego, pago, no tengo”, y mientras pues que se friegue un instituto al que cada día le cuesta más trabajo aprobar la jubilación de un servidor público, la cual ahora cuesta casi un año, no porque sea muy difícil procesar administrativamente el trámite, sino porque simplemente no hay dinero en caja para hacer frente al pago que representa enviar a su casa a un empleado gubernamental, seguir pagándole y ya no recibir la aportación correspondiente.

Por todo ello el Issemym se encuentra en su peor momento. Sin dinero, endeudado, con miles de trámites de pensión y de jubilación en “proceso”, que quizá lo más correcto sería decir: detenidas, porque como ya se dijo no hay dinero suficiente para hacer frente a esos compromisos.

Por eso es relevante la decisión que asumieron ayer los señores diputados mexiquenses, quienes, por cierto de forma unánime, aprobaron ordenar una auditoría externa al Issemym, la cual no tiene más propósito que obviamente saber cuál es el estado financiero real, pero también localizar las válvulas por donde se ha fugado el dinero, y, de paso, encontrar responsables de esas prácticas que hundieron al instituto en su actuar situación, casi terminal.

Por supuesto que el Issemym requiere una nueva ley, pero esa ley no solamente debe ver cómo fregar más a los trabajadores para que paguen por lo que otros se llevaron, sino más allá de eso se requiere un nuevo esquema financiero equitativo, justo, que le permita al instituto superar la crisis, hacer frente a los compromisos pendientes, y asegurar la prestación de los servicios de salud que brinda a los derechohabientes.

De la auditoría ordenada por los Legisladores mexiquenses deben brindarse resultados casi inmediatos, porque el Issemym no aguanta más de un año al ritmo actual, no puede ni debe mantenerse como hoy está, porque el pronóstico de quiebra financiera es cada vez más vigente, más realista, no es una condición de alarmismo, es una verdad absoluta a la cual hay que hacer frente, y entre más rápido, mejor.

También será fundamental que los resultados que aporte la auditoría que, ya dijo la Legislatura que estará a cargo de un despacho externo, para garantizar su transparencia, se hagan públicos de inmediato, no solo para linchar a los eventuales responsables que aporte la revisión, sino para sobre bases firmes comenzar a trazar alternativas de solución, y, sobre todo, los candados legales necesarios para que esta situación no se repita más.

Los señores diputados del Estado de México avanzan de manera muy significativa en el objetivo de transparentar las cosas en esta entidad, tan opacas durante décadas, las cuales bien podrían abrirse de par en par y si hay responsables, pues que se sujeten al peso de la ley, y si no existen, pues entonces que se determinen las causas que llevaron al Issemym al estado terminal que hoy guarda.

Estamos a tiempo, y todo lo que se hace rumbo a la transparencia y sana rendición de cuentas es algo que todos vamos a agradecer, y será algo también que tendrá sus consecuencias políticas importantes, porque todos vamos a creer más en una autoridad comprometida con la rendición de cuentas, y más si ésta aporta elementos de justicia, pues la mayoría ya está cansada de promesas incumplidas y de las múltiples cochinadas que dieron paso a la condición de crisis que se vive actualmente en ese otrora poderoso, querido e incluso envidiado Issemym.

 

¿Necesitamos más partidos políticos?

 

Es una pregunta que se hacen todos los mexicanos, más cuando se enteran de cuánto nos cuesta, a todos los que pagamos impuestos, mantener un partido político, el que sea.

Ayer, en el Congreso de la Unión, el Movimiento de Regeneración Nacional presentó una iniciativa encaminada a recortar a la mitad, sí, el 50 por ciento, lo que se gasta en partidos políticos.

Se trata de una reforma de gran calado que daría lugar a un ahorro multimillonario para el país. Se trata de recortar en todos los aspectos lo que hoy cuesta el sistema de partidos, desde el dinero que se les da vía prerrogativas hasta lo que su operación implica en tiempos electorales y, sobre todo, cuando no hay elecciones.

En México nos han querido engañar desde hace muchos años con el cuento de que los partidos políticos llevan a cabo dos acciones permanentes de “beneficio social”. La primera encaminada al fortalecimiento de la democracia; es decir, que una de las principales obligaciones de los partidos políticos sería la promoción de la participación ciudadana como opción para el fortalecimiento de nuestra sociedad.

Nada más lejano de la realidad, pues qué partido me puede usted decir que esté verdaderamente interesad y que haga algún tipo de programa o acción a favor de fortalecer la participación democrática como principio de cambio social. Ninguno.

Por el contrario, si observamos la realidad de fondo en materia política para este país, es que el que fue el partido político mayoritario por más de ocho décadas, el Revolucionario Institucional, era el más interesado en que la gente no aprendiera que con el voto podía cambiar las cosas, y no lo hacía simplemente porque no le convenía.

La teoría política mexicanísima indicaba que si la gente votaba el PRI perdía, y viceversa, lo cual ya se demostró el pasado 1 de julio, cuando al PRI no le alcanzó con su llamado “voto duro” para ganar la elección presidencial, ni la de senadores, diputados federales y todas las que ocurrieron a nivel estados, y eso tiene una sola causa: la gente sí salió a votar, y lo hizo mayoritariamente en contra del PRI, que no a favor de otra opción, sino, en realidad, votó en contra del PRI.

El otro principio que se supone es para lo que sirven los partidos políticos en este país es la llamada gestión social, lo cual quería decir que los partidos políticos son interlocutores entre las autoridades federales, estatales y municipales y los ciudadanos. Eso también se desvirtuó al paso del tiempo en este país, pues los partidos no gestionaban a favor de la sociedad, sino solamente a favor de las clientelas, de sus propias militancias, y eso no lo hacían por ser buenos y defender los intereses colectivos, sino precisamente para mantener a un grupo social como “cliente”.

Entonces, al menos en México, los partidos políticos nunca han cumplido con sus dos misiones prioritarias: fortalecer la democracia y ser gestores sociales. Y se supone que por eso o para eso se les pagaba, para cumplir con esos dos objetivos que pudieron haber sido de mucho bien para el país, claro, si se hubieran cumplido.

Como es claro que no cumplieron los partidos políticos con esas misiones a las que estaban llamados, pues ahora Morena, que hay que decirlo claramente, no es un partido político, sino que representa en realidad un movimiento social, va de frente en contra de la millonada que los partidos políticos reciben, no solamente para ahorrar, por aquello de la austeridad, sino, además, para abatir los llamados costos de la democracia.

Es que los procesos democráticos en este país son de los más caros del mundo, tenemos la burocracia electoral, llámese Instituto Nacional Electoral o Instituto Electoral del Estado de México, que más pesa en la nómina nacional, pues son organismos que pasan largos periodos sin hacer absolutamente nada, pero sin que eso signifique que los miles de empleados que tienen sigan cobrando.

De hecho el modelo electoral al que aspira el Movimiento de Regeneración Nacional, el cual por cierto forma parte de la segunda fase de esta estrategia para “abaratar” los procesos electorales, se acerca más al deseado modelo temporal que impera en naciones democráticas de avanzada como Holanda, por ejemplo, donde de cara a una elección, las cuales por cierto alinean a todos los niveles; es decir, solo hay un día de elecciones cada seis años, se integra un órgano electoral independiente, apartidista y apartado del gobierno, se le subsidia, y es el responsable de convocar, organizar y realizar la elección, pero una vez que esta se resuelve, el órgano electoral se desintegra y sus miembros vuelven a sus actividades normales que realizaban antes de formar parte de esa autoridad temporal.

Eso hace que el país no tenga que estar manteniendo a una bola de zánganos electorales, como ocurre hoy en México, donde haya o no haya elecciones hay que seguir pagando no solamente sueldos, sino una larga lista de prebendas y beneficios de los “reyecitos” que integran los órganos electorales.

Por eso es de aplaudir la propuesta del Movimiento de Regeneración Nacional, la cual evidentemente cuenta con el respaldo del líder moral de ese movimiento, hoy convertido en flamante Presidente de México, porque, se quiera o no, hoy no se mueve ni una hoja en un árbol de La Marquesa sin que lo haya aprobado el señor López Obrador.

Nunca como hoy estoy por aplaudir una propuesta de Morena, más porque se plantea un esquema que no solamente será más barato para todos los mexicanos, sino porque si esto trasciende, se aprueba con la mayoría morenista, y da los resultados deseados, dentro de no mucho podríamos ver que miles de los que se dicen políticos y que viven de los recursos que obtienen vía las prerrogativas de los partidos políticos, quizá se dediquen a algo más productivo y nos demuestren alguna vez que sí saben hacer algo más que cobrar del presupuesto.

 

La última y nos vamos…

 

Mucho ruido causó cuando el entonces Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció su proyecto de desaparecer las delegaciones que tenían en todo el país las dependencias federales, o por lo menos reducirlas a su mínima expresión, y designar un “delegado” o “representante” general del gobierno federal en cada una de las entidades del país.

Los llamados “súper delegados” fueron motivo entonces hasta de manifestaciones públicas de algunos gobernadores de estados que se sintieron agraviados, que pensaron que les iban a nombrar a alguien que los “cuidara”, vigilara o hasta que los supliera en funciones, en el terreno de los hechos.

Pero en realidad no fue así, los delegados estatales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador han adoptado una actitud por demás de colaboración con los gobiernos legalmente constituidos en todos los estados de la República Mexicana, y en el caso específico del Estado de México las cosas marchan por demás bien.

Ayer, en la inauguración de los foros de consulta para la integración del Plan Nacional de Desarrollo, acto que encabezó el gobernador Alfredo del Mazo Maza, dio en realidad gusto observar la buena marcha en las relaciones entre el titular del Poder Ejecutivo del Estado de México y la maestra Delfina Gómez Álvarez, delegada del gobierno federal.

Se equivocaron quienes advertían un “choque de ferrocarriles” entre dos que en algún momento contendieron por la gubernatura del Estado de México, proceso que se declaró a favor de Del Mazo Maza, por lo que algunos creyeron que la maestra Delfina, con el poder en las manos, arremetería de plano contra el gobernador mexiquense o de plano buscaría opacarlo para sacar raja política.

Pues eso no ocurrió, ni Alfredo del Mazo Maza ha sido desplazado y mucho menos opacado, ni Delfina Gómez Álvarez saco espada alguna para entrarle a la bronca. Por el contrario, la relación, se ve, va más que bien, fundamentada en el respeto entre ambos, pero, sobre todo, en el deseo de ambos de que las cosas le vayan bien al Estado de México.

En conversación informal la misma maestra Delfina comentó ayer mismo que lo importante es que le vaya bien al Estado de México, que nadie en su sano juicio aspiraría a ponerle el pie a un gobernador como Alfredo del Mazo, y externó su mayor deseo de que le vaya muy bien, porque dejó entrever que si a Del Mazo le va bien, le irá bien a los mexiquenses, y si los mexiquenses están bien, ella habrá cumplido con la encomienda que le hizo el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Qué bueno que exista ese nivel político entre ambos personajes, pues, cada uno en su respectiva posición, representa un pedazo del poder público, el cual ciertamente solo debe tener un objetivo: que le vaya bien a los mexiquenses y en consecuencia que le vaya bien al Estado de México.

También es de destacar la discreción con la que actúa Delfina Gómez, porque contra todo pronóstico lo cierto es que la profesora de Texcoco le bajó muchas revoluciones a su capacidad mediática y se ha dedicado única y exclusivamente a trabajar.

Así las cosas, queda claro que el marco de colaboración está muy bien establecido. La maestra Delfina es partícipe constante de las reuniones matutinas de coordinación en las que se dedica tiempo completo a tratar de resolver la situación en materia de seguridad, la cual, por cierto, es la principal preocupación de autoridades y ciudadanos, y además le echa muchas ganas para que los programas sociales federales que López Obrador ha puesto en marcha para el país aterricen pronto en beneficio de los mexiquenses. Vamos bien. ¿O no?

 

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