Por: Antonio Huerta Gutiérrez

Pocos, muy pocos, podrían hablar bien de Aarón Urbina Bedolla, el “pelón de Tecámac”, como muchos lo llaman, quien traicionó a por lo menos tres partidos políticos. Quizá su único amigo y probable socio se llama Eruviel Ávila Villegas, el ex gobernador con quien hizo y deshizo el pasado sexenio. Mucho se habló hace algunas semanas del auditorio municipal de Tecámac, abandonado un mes después de su inauguración por inoperante, mismo que construyó Urbina Bedolla, como también lo hizo con lo que se supone sería el Hospital de Los Héroes, y con otras tantas obras que hoy están ahí, inacabadas, como auténticos monumentos a la corrupción, porque hay que destacar que esas obras también las ejecutaron empresas constructoras propiedad del mismo Aarón Urbina Bedolla. Esto comprueba, una vez más, que “a cada santito le llega su fiestecita”, y en el caso del ex panista, ex diputado independiente, ex priista y luego activista de Morena, parece que ya le llegó la hora. Veremos.